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Mi Plaza Soñada III
Escrito por Tutor

Tras dar un corto paseo, Martín regresó a la casa. Nada más entrar observó como las dos criadas estaban en la cocina limpiando. Martín sonrió complacido. Acto seguido se dirigió a Pilar y le dijo:

¡Entrégueme el jengibre que le he pedido que comprara en el pueblo!

Rauda y veloz, Pilar se acercó a uno de los muebles y recogió un paquete envuelto en papel y se lo entregó al doctor.

He traído dos manos señor por si las necesitara…

Martín sonrió y le dijo

por favor tráigame un cubo de agua del pozo a mi despacho…

Las dos muchachas se miraron confundidas y se preguntaron, ¿para qué querría el jengibre y el cubo de agua del pozo en su despacho?

No iban a tardar mucho en saberlo…

Martin subió lentamente las escaleras y, una vez llegó al despacho, se sentó tras su mesa. Abrió el cajón y sacó una navaja que era uno de los pocos objetos que le habían quedado de su padre…

Martín abrió la hoja de la navaja y la dejo a un lado, al mismo tiempo cogió el paquete y con sumo cuidado lo abrió y desplegó encima de la mesa. Observó con gran deleite las dos manos de jengibre, eran francamente magnificas. Estiró el papel que las envolvía de manera que cubriera el mayor trozo de mesa posible.

A continuación recordó como le habían enseñado a pelarlos en el colegio mayor donde había residido en Londres, un sitio muy elitista donde los castigos físicos estaban al orden del día, tanto para los alumnos como para la servidumbre. Siguiendo mentalmente sus recuerdos comenzó a cortar uno de los dedos de jengibre y lo fue pelando de manera muy cuidadosa, procurando redondear todos los cortes y que no quedara ninguna arista. Recordó como su compañero de habitación en Londres le había explicado que la base del dedo siempre tiene que quedar mas ancha que el resto, así que se puso a modelar la base siguiendo esa premisa.

De repente llamaron a la puerta, era Pilar que traía el cubo de agua que le había pedido Martín…

Pilar se quedó mirando embobada para el jengibre que Martín tenía entre las manos y de repente la voz de Martín la sacó de su ensimismamiento

¡póngalo ahí al lado! le indicó Martín…

y esta lo hizo dejando el cubo al lado derecho de la silla de Martin.

Puede irse señorita, le indicó Martín

Y Pilar salió de la habitación con una mezcla de sorpresa e intriga, rápidamente bajo a contárselo a Lucía y ambas quedaron presas de una curiosidad que las carcomía…cuchichearon y comentaron con mil y un teorías, Lucía le habló a Pilar de los supositorios esos que había visto con la paciente, pero esto era distinto y no sabían para que era. Al final ambas se convencieron de que debía ser algún tipo de brebaje, no en vano había pedido un cubo de agua…

Una vez que Martín terminó de pelar y moldear el primer dedo de jengibre a su gusto, con la punta bien redondeada, lo metió en el cubo de agua y lo dejó a remojo…

A continuación cortó un segundo dedo y repitió la operación, pelando y moldeando a imagen y semejanza del primero. Este segundo dedo también lo dejó caer en el cubo de agua…

Satisfecho con su obra, Martin se levantó de su silla y se acomodó en el sofá del despacho durante el resto de la tarde. Se dedicó a leer las noticias y a repasar algunos libros que se había traído de Inglaterra.

A las 18:00 h el reloj de pared de su despacho comenzó a señalar la hora y Martín se dio cuenta que las muchachas estaban en el piso inferior e iban a comenzar a preparar la cena. En ese momento tiró del cordón de la campana de su despacho y en menos de un minuto las dos muchachas se presentaron delante de la puerta de su despacho.

Toc, toc, toc…

Adelante les indicó Martín desde el interior

Ambas pasaron al interior

Martín estaba sentado en el sofá, dejó el libro que estaba leyendo y dirigiéndose a las muchachas les dijo:

Bien señoritas, creo que tenemos pendiente corregir su afán de curiosear mis actividades en la consulta. Mis pacientes tienen derecho a su intimidad y hoy ambas la han vulnerado comportándose como niñas curiosas…

Ambas se pusieron coloradas

Martin se levantó, se dirigió al lateral de su mesa y cogió el cubo

Ambas se miraron sorprendidas

Martin se dirigió con el cubo al sofá y lo dejo a su lado, al alcance de su mano y a continuación les dijo:

Ambas serán castigadas con una tanda de azotes con mi mano y posteriormente les aplicaré el castigo del jengibre que les enseñará a mantenerse derechas y no andar agachadas cotilleando.

¿El castigo del jengibre señor? Dijeron ambas al unísono…¿en que consiste?

Pronto lo aprenderán, replico Martín

Lucía, usted primero, acérquese

Lucía se fue acercando muy lentamente, al llegar a su altura Martín le ordenó levantar su falda y tumbarse sobre sus rodillas

Martin separó la enagua y comprobó el estado de sus nalgas, que continuaban irritadas de la azotaina en el jardín.

Veo que todavía le dura el efecto del castigo con la vara, está bien, no le daré más de doce…

Doce pensó Lucía, no lo resistiré…

Pero casi sin darle tiempo a reaccionar los azotes comenzaron a caer sobre su dolorido trasero

PLAS

PLAS

PLAS

PLAS ayyy

PLAS

PLAS

así hasta los doce prometidos

El culo de Lucía se mostraba muy rojo y rebotaba con cada azote

A Martín le encantaba esa visión…

Ahora señorita vamos a proceder con el jengibre, ¡no se mueva o será peor!

Pilar lo miraba atónita, mientras que Lucía esta muerta de miedo

Martín estiró su brazo y cogió uno de los dedos de jengibre, lo acercó al culo de la muchacha mientras iban cayendo gotas de agua, que sorprendieron a Lucía, pero a la vez le aliviaron el ardor de sus nalgas…

Que va a hacer? Se preguntaba Lucía…

De repente para mayor vergüenza de la muchacha Martin le separó las nalgas, abriendo y estirando su trasero, acercó el jengibre a su ano y haciendo una ligera presión se lo fue introduciendo lentamente…

Noooo, que hace? Noooo por favor, por ahí noooo

Gritaba Lucía

Mientras Pilar estaba deseando salir corriendo, pero la imagen de Lucía siendo sodomizada por el jengibre tenía algo que la atraía…

Esto señoritas es el castigo del jengibre, deberán llevar ese dedo metido en su trasero hasta nuevo aviso, les arderá y les picará, pero también les obligará a ir derechas, así la próxima vez que quieran cotillear e lo pensarán dos veces…y dicho esto Martin dio un último empujón al jengibre que se encajó en el trasero de Lucia hasta la base que, al ser mas ancha, impedía que se colara totalmente en su interior…

Ayyy se quejó Lucía…

Ya puede levantarse, le indicó Martín, pero ojito con tocarlo o quitarlo…

El picor y el ardor comenzaban a hacerse ostensibles y a Lucía le costaba estarse quieta…

Como la vea moverse señorita volverá a probar la vara ¿está claro?

Si señor contestó Lucía

Su turno señorita Pilar

Pilar se acercó a Martin muerta de miedo y de curiosidad

A ella le correspondieron 24 azotes

Martín se deleitó con su trasero, se tomo su tiempo con cada azote, con su intensidad

PLAS

PLAS

PLAS

Rozando las nalgas

Pilar fue pasando del dolor a la excitación

PLAS

PLAS

Con cada azote se movía, “invitando” a Martin a ver su sexo y su ano

PLAS

PLAS

PLAS

Así hasta que llego al número veinticuatro

Los azotes le habían dolido, pero también la habían excitado muchísimo, así que en un gesto instintivo se echó las manos a sus posaderas y ella misma separó sus nalgas…

Martin se mostró sorprendido, vaya, vaya, que vicio tienen estas niñas… puso el dedo de jengibre en su ano y poco a poco presionó, Pilar no se quejó como Lucía, al contrario, estaba descubriendo que le gustaba notar eso en su culo…Martin siguió empujando y, al ver lo receptiva que estaba, tiró de el hacia fuera y volvió a empujar hacia dentro… repitió ese movimiento varias veces hasta que Pilar dejó escapar un leve gemido de placer

En ese momento Martín le dio un sonoro y fuerte azote y le ordenó ponerse con su compañera…

Ahora bajen a preparar la cena y no se les ocurra tocarlo ni quitarlo…

No, no señor, contestaron ambas al unísono y salieron del despacho caminando no sin cierta dificultad al no estar acostumbradas a llevar objetos incrustados en el culo…

Mientras preparaban la cena el ardor y el picor iba en aumento y, a escondidas, se iban echando agua mutuamente en el culo para calmarlo (tiempo más tarde descubrirían que el agua fría acentúa el efecto del jengibre, por eso Martin los mantenía en un cubo con agua fría) con lo cual era peor el remedio que la enfermedad…

Llegó la hora de la cena y Martín bajó al comedor, las chicas, no sin ciertas molestias, se afanaban en servirle…Martin se dirigió a ambas

Levántense la falda señoritas, quiero observar cómo están sus traseros

Ambas lo hicieron al instante

Primero observo las nalgas de Lucía, ya mas recuperadas. Martín se dio cuenta que estaban mojadas (pobres incautas pensó para sus adentros). A continuación le indicó

Inclínese sobre la mesa

Lucía obedeció, no sin cierto rubor

Martín sujeto el jengibre por la base y comprobó que estaba bien incrustado en el ano

Lucía instintivamente hizo un movimiento y separó las piernas, facilitando la visión de su sexo. Martin se fijo en el y pensó que era bastante peludo…

Acto seguido ordenó que se intercambiaran las posiciones y fue Pilar la que pasó a estar tumbada sobre la mesa. Martin repitió la operación, pero en este caso la separación de las piernas por parte de Pilar no fue involuntaria. Martin sonrió ante ese gesto, le dio un azote bastante fuerte y les ordenó continuar.

Vaya, pensó Pilar, quien ansiaba que Martin volviera a jugar con el jengibre en su ano.

Al final de la cena les retiraré el jengibre, indicó Martin muy solemnemente

Antes de que las chicas pudieran reaccionar o decir algo, sonó la campanilla de la puerta principal.

Rápidamente Lucía se acercó a la puerta para abrir, allí estaba la madre de Jacinta, la niña a la que Martín le había puesto el supositorio esa mañana…

Se que no son horas, pero necesito ver al Doctor

Rápidamente Lucía, intentando disimular sus molestias anales, se dirigió al comedor en busca del doctor

Señor, está aquí Carmen, la madre de Jacinta, la niña que esta mañana ha atendido.

Martin se levantó al instante y se dirigió a la entrada, allí le esperaba Carmen. Esta era una mujer bastante guapa, a pesar de las marcas en su rostro del duro trabajo en el campo, debía tener treinta y pocos años y a Martin le pareció que tendría un bonito cuerpo bajo toda esa ropa que llevaba.

¿Le ocurre algo a la niña? Pregunto Martín intrigado

No, no señor…es a mi

Y rápidamente le mostro el brazo completamente enrojecido

Martin la mando pasar a la consulta

Una vez dentro Carmen le dijo

Creo que yo necesitaré un supo… un supos…uno de esos que le ha puesto a mi niña…

Martín enseguida se percató de la mentira…estaba claro que se había restregado el brazo con una ortiga para simular la alergia de su hija.

Creo que esto es mas grave y requerirá de otro tratamiento más agresivo dijo Martin

Carmen se comenzó a asustar

No se preocupe, vuelvo enseguida

Martín subió a su despacho y se dirigió al armario. Seleccionó una buena correa de cuero y regresó a la consulta.

Una vez en la consulta Carmen vio que traía en la mano la correa y rápidamente le preguntó

¿para que es eso? Yo no soy una niña, no me voy a resistir…

No, efectivamente, usted no es una niña, pero se comporta como tal…por eso mismo la voy a castigar, pero no voy a usar la mano…

Pe…pero balbuceaba Carmen

Usted ha venido aquí a que le pusiera un supositorio, y eso es lo que va a tener, pero no el que usted pensaba…lo ha hecho con argucias y mentiras y me ha interrumpido en la cena…si quiere me detengo aquí y se lo traslado al señor cura para que la confiese y a su marido…o sino seguimos con mi “tratamiento” para su dolencia…

Carmen estaba totalmente asustada, pero se resignó, al fin y al cabo había venido a buscar las emociones que su marido no le otorgaba…

¡Dóblese sobre la mesa!

Carmen lo hizo estirando sus brazos

Martin levantó su falda, su refajo y sus calzones, dejando a la vista un hermoso culo, redondo y blanquecino.

Ahora le voy a propinar una serie de correazos para que aprenda que a mi no se me engaña, después de cada azote dirá perdóneme doctor

ZAS

perdóneme doctor

Cayó el primero…Lucía y Pilar se sobresaltaron en el comedor con el ruido, ambas se miraron y cuando cayó el segundo

ZAS

perdóneme doctor

Tuvieron claro que la estaba azotando, dudaron si ir a mirar, pero el jengibre les recordó que no debían…

ZAS

perdóneme doctor

Ayyy Carmen comenzó a sollozar

ZAS

perdóneme doctor

ZAS

Per, perdóneme doctor balbuceaba Carmen

ZAS

perdóneme doctor

ZAS

perdóneme doctor

Cada golpe la hacia moverse sobre la mesa

ZAS

ZAS

ZAS

ZAS

Así hasta llegar a 24 azotes…Carmen no podía contener las lágrimas, el castigo estaba siendo muy duro…

Al acabar Carmen intentó incorporarse y Martín la detuvo…

¿A dónde se cree que va señora?

Yo, yo…

Usted quería un supositorio y ahora va a tener su supositorio…

Glups…Carmen estaba totalmente arrepentida

Martin cogió el tarro de manteca de cacao, metió los dedos y saco una pequeña cantidad… la acercó al ano de Carmen y la froto contra ese orificio, introduciendo levemente la punta del dedo…

Carmen se estremeció al notar el dedo… Dios que sensación

El culo le ardía por los azotes, pero en su entrepierna se comenzaba a notar la humedad que le producía la excitación de la manteca en su ano…

De repente escucho un ruido, giró la cabeza y con asombro observó como Martin se estaba desnudando de cintura para abajo…

¿Qué, que hace…?

Ponerle el supositorio que necesita…replicó Martin y sin mas dilación apoyó la punta de su verga en el ano de Carmen y con una ligera presión fue penetrándolo lentamente…

Ufff resopló Carmen, mientras su esfínter se iba dilatando a cada centímetro que la verga de Martín la enculaba…cuando la polla llegó al final, la pelvis de Martin golpeó las enrojecidas nalgas de Carmen, que recordó al instante el dolor que sentía en las mismas, pero a medida que el movimiento se iba acelerando ese dolor se iba tornando en placer…

Martín continuó sodomizando a Carmen a cámara lenta, sintiendo cada apretón de su estrecho culo…y Carmen siguió disfrutando de aquella extraña, novedosa y placentera experiencia…

Llegados a un punto Martin comenzó a acelerar las embestidas y justo cuando se derramaba en el interior de Carmen noto un espasmo que apretaba su verga…Carmen también se estaba corriendo…¡por primera vez en su vida!

Diossss pensaba ella, que placer tan intenso…

Martín se retiro del culo de Carmen, nada más salir sonó un plof…que precedió a la salida de un hilillo de esperma del interior del culo de Carmen…

Martin se recompuso, se limpio la verga y se vistió…le dio un sonoro azote con la mano a Carmen que estaba exhausta sobre la mesa…y llamó por la campana de la consulta. Al momento estaban en la puerta Pilar y Lucía con los ojos abiertos como platos al ver el trasero marcado de Carmen y el semen cayendo por sus piernas…

¡limpien a Carmen y aplíquenle un ungüento en sus nalgas!

¡y usted Carmen, la espero el próximo martes a la misma hora para seguir el tratamiento!

Si, si señor se atrevió a balbucear Carmen, mientras las dos muchachas ya se estaban afanando en limpiar su ano de la mezcla de manteca de cacao y esperma…

Martin abandonó la consulta muy satisfecho de si mismo, dejando a las tres mujeres allí…

Lucía y Pilar no podían mas con la curiosidad y le preguntaron a Carmen que había sucedido…Carmen entre una mezcla de vergüenza y orgullo les relató con pelos y señales lo sucedido, como el dolor inicial se había tornado en placer y finalmente había roto en éxtasis…nunca había experimentado algo así…

Pilar y Lucía se miraron de manera cómplice y ambas levantaron sus faldas al unísono, mostrando a Carmen las marcas de sus nalgas y el jengibre en su culo…

Ummm murmuró Carmen ¿Qué es eso?

Jengibre, se apuró a señalar Pilar, pica y arde mucho, pero…pero también da mucho gustito la interrumpió Lucía para mayor sorpresa de Pilar…

¡Ojalá el doctor me lo aplique la próxima vez! Pensó Carmen, aunque no dijo nada…

Mientras hablaban siguieron limpiando y tratando las nalgas de Carmen hasta que finalmente la pusieron de pie y le arreglaron la vestimenta…Carmen salió caminando no sin cierta dificultad, se despidió de las chicas y regresó a su casa con una mueca de satisfacción en su rostro…

Pilar y Lucía se dirigieron al comedor para recoger los restos de la cena que había sido interrumpida por la visita de Carmen, allí estaba Martin en una esquina, fumando tranquilamente con su pipa…

Ambas se sorprendieron al verlo…

Muy bien señoritas, hora de quitar el jengibre…pónganse con el culo en pompa sobre la mesa…

Ambas se acercaron a la gran mesa de comedor y se doblaron intentando que su culo se mantuviera en pompa, para lo cual ambas se pusieron de puntillas…

Martin les levanto la ropa y allí asomaron sus traseros coronados por el dedo de jengibre…

Lentamente fue tirando de los dos al mismo tiempo y ambas señoritas fueron sintiendo como se liberaba la presión de sus irritados traseros…

Ufff que placer sintieron ambas al notar el aire en sus culitos, pero al mismo tiempo deseaban meter un dedo puesto que les escocia mucho…

De repente notaron un frescor, era el dedo de Martin completamente empapado en una loción de plantas naturales que había preparado mientras atendían a Carmen. Metió un dedo en cada uno de los traseros y las chicas comenzaron a suspirar y gemir de alivio y excitación…

Movía los dedos con destreza y ambas movían sus traseros al ritmo que marcaba Martin…

Diosss que excitadas estaban, hubieran dado cualquier cosa porque Martin las poseyera en ese momento…

El doctor siguió jugando con sus traseros un buen rato y de repente los sacó

Vístanse señoritas, limpien esto y váyanse a dormir…

Una mueca de decepción asomó en la cara de las muchachas…pero Martin tenía otros planes…

Pero esa ya será otra historia…


Licencia de Creative Commons

Mi Plaza Soñada III es un relato escrito por Tutor publicado el 09-05-2024 16:18:57 y bajo licencia de Creative Commons.

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