Tiempo estimado de lectura de 9 a 11 minutos

DISCIPLINA DOMÉSTICA: Esclavo de mi mujer y mi suegra. Cap2
Escrito por sumisso

CAPITULO 2: UN NUEVO ESCLAVO


El día que me casé mi vida cambio por completo. Antes hacía cuanto quería, mi fuerte potencial económico me permitía realizar todos mis deseos y gozaba de una gran libertad. Al contraer matrimonio con Ariana todo cambio. Empezaron las discusiones, faltas de respeto y todo fue a peor el día que pretendí engañar a mi mujer y a mi suegra dejándolas en la calle sin nada. Me engañaron ellas a mi y me convertí en un completo títere a su merced, ahora dependía de ellas y podían hacer conmigo cuanto quisieran.

Tras el duro castigo recibido el día que intente engañarlas, mi rutina cambió mucho, mi vida se transformó por completo. Al día siguiente de dejarme las cosas claras con su gran castigo, tanto mi suegra como mi esposa me impusieron un sinfín de normas que debería cumplir y llevar a rajatabla si no quería ser castigado. Ariana, mi esposa, acudió a una tienda erótica y compró un juguete especial para mí. El sorprendente juguete era una pequeña jaula para encerrar mi pene, de tal forma se aseguraba que no pudiese tener relaciones con ninguna mujer. Me colocó la jaula en mi pene y la cerró con un pequeño candado que portaba el objeto. La llave quedó bajo buen recaudo de mi mujer. No podría quitármelo.

La pequeña jaula metálica era incomoda, debía llevarla todo el día sobre mi pene. No es dolorosa, solo incomoda. Me acostumbre rápido, aunque a regañadientes, pero no podía hacer nada, era una nueva orden de mi mujer y no deseaba enfadarla. El mayor y gran inconveniente fue algo que no tuve en cuenta, no pensé en ello y resulto ser una verdadera pesadilla para mí. Todos sabemos que si un hombre se excita y no se masturba o tiene relaciones sexuales durante un tiempo puede llegar a inflamarse los testículos, si lo habéis experimentado alguna vez sois conocedores que puede llegar a ser realmente doloroso. La inflamación de testículos empeora cada día, están completamente cargados y llega un momento que duelen incluso al caminar y no digamos al subir un pequeño escalón. Eso me ocurrió a mí, al cabo de una semana, tenía los huevos tan inflamados que me costaba andar y realizar cualquier movimiento brusco. Llegue a casa un día después del trabajo y mi mujer notó que caminaba con dificultad debido al dolor. Se percató que tenía los testículos completamente hinchados. Los apretó con una mano y bramé de dolor.

- Mamaaaaa , ven a ver esto - Llamo a su madre que estaba en algún lado de la casa.

Mi mujer explicó a mi suegra lo que ocurría mostrando mis huevos hinchados y el pene dentro de la jaula de castidad. Mi suegra sonrió cruelmente y sacó sus dichosos y odiosos guantes de goma largos de goma. Se los enfadó en sus carnosos brazos, nunca me tocaba sin llevarlos puestos en sus manos, yo era como la basura, y la suciedad se toca con guantes. Noté el tacto de la goma sobre mis testículos y de pronto los apretó y retorció entre su mano enguantada.

AHHHHHHHHAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH me quejé por el intenso dolor. El grito se escuchó en todo el vecindario, fue un dolor terrible. Caí rendido al suelo dolorido. Mi suegra acercó sus botas marrones que tanto la gustaban, aquellas tan caras que pagó con mi dinero, y con la punta de la bota separó mis pies estando de rodillas en el suelo dolorido. Me propinó una patada con su bota en mis testículos. AHHHHHHHHHHHHHHH ahhhhhhhhhhhhhh ahhhhhhhhhhhh . Mi suegra y mi mujer comenzaron a desternillarse de risa, no podían parar de reír observando mi dolor.

- No, por favor, no más, duele mucho – Las supliqué a ambas.

Una nueva patada con la punta de su bota marrón se estrelló en mis testículos. Me retorcía de dolor en el suelo.

- ¿No qué… ?. A partir de ahora nos trataras con respeto. Señora Ariana y Señora Claudia. ¿Has entendido? – Volvió a golpear mis testículos con su bota de nuevo. El dolor era terrible y no paraba de quejarme retorcido en el suelo.

La señora Claudia me agarró con su mano de goma mis testículos y me levanto tirando de ellos, apenas podía moverme, el dolor era muy intenso, pero me vi obligado a ponerme de pie mientras estrujaba dolorosamente mis huevos.

- Mañana suplicaras debidamente que te quitemos tu jaula de castidad. Si nos convences te dejaremos masturbarte para aliviar tu dolor. Si no nos convences…. la seguirás llevando hasta que nos plazca, no si antes estrujarte tus huevos. Aprende a respetarnos o llevaras la jaula mucho tiempo y tu dolor será insoportable – Me recriminó mi mujer.

Al día siguiente mi esposa esperó pacientemente mis disculpas y mis suplicas hacia ellas. Las rogué que por favor me liberasen de mi jaula de castidad. No las convencí y observé como mi suegra se volvía enfundar los guantes de goma para castigarme agarrando y estrujando mis testículos. Aquel día fue todavía mas doloroso, aumentaba la hinchazón de mis huevos y el dolor era aún mayor. La señora retorcía los testículos sin piedad riéndose observando mi dolor. Me odiaba con toda su alma mi suegra. Al tercer día me concedieron diez escasos minutos para poder masturbarme, una vez lo hice volvieron a poner de nuevo la jaula de metal y cerraron el candado.

- Espero hallas aprendido la lección. Dentro de unos días volverá a ocurrirte lo mismo, mas te vale que supliques como es debido, sino ya sabes que ocurrirá, no te quitaremos la jaula y te castigaremos golpeando y estrujando tus patéticos huevos – Me amenazó mi mujer duramente.

- Oh, hija, no te preocupes yo me encargaré gustosamente de ello. Realizaré una revisión semanal y me encargaré que suplique como es debido, sino no le permitiremos masturbarse y le castigaremos todos los días hasta que suplique correctamente - Comenzaron a reírse y burlarse de mis ambas señoras.

Recibí numerosos castigos y humillaciones por parte de ambas señoras. Toda mi libertad había terminado, eso incluía mis partidos de futbol que tanto me gustaban ver. Las señoras se apoderaron del televisor, veían sus programas, telenovelas y películas. Si tenía suerte, mientras ellas veían la televisión, me mandaban a un rincón contra la pared sin molestar y callado. En algunos casos me postraban a cuatro patas frente a ellas y me usaban de reposapiés. Si el programa o la película era larga, terminaba con las rodillas muy cansadas y aguatando el peso de sus piernas sobre mi espalda. En el peor de los casos mi suegra deseaba ver cómodamente una película y a la vez disfrutar de un agradable descanso. Me sentaba en el suelo junto al sofá y apoyaba mi cara hacía atrás recostándola sobre el cómodo sillón. Mi suegra se levantaba su vestido y se sentaba sobre mi cara, descargaba su enorme culo en mi rostro.

- Lámeme bien el culo, si dejo de sentir tu lengua dentro de mi agujero agarraré la correa y te azotaré como te mereces – Me amenazaba con su correa de piel. Por supuesto que obedecía, su correa era el peor castigo, la señora Claudia tenía unos brazos muy corpulentos debido a su enorme peso y podría azotarme sin piedad, era muy cruel azotando. Obedecía lamiendo su culo sin parar mientras ella disfrutaba felizmente de su telenovela o pelicula.

Tal como me prometieron, el único sexo que tendría sería ser penetrado por su arnés. Algunas noches me penetraba mi mujer, otras mi suegra y en algunas ocasiones coincidían y ambas querían hacerlo, siendo follado por partida doble. Terminaba de follarme con su arnés una de las señoras y debía acudir a la habitación de la otra señora para continuar siendo penetrado. Al día siguiente me dolía mucho el culo.


Debía realizar multitud de tareas, limpiar la casa, fregar los suelos, poner lavadoras con la ropa de las señoras, planchar su ropa y cocinar. Nunca me había dedicado a hacer labores domésticas, era un completo desastre. Cocinando era pésimo. Quedó demostrado el día que mis señoras decidieron que cocinase una receta típica de su país. Me miré una receta por internet y traté de imitarla. El resultado fue nefasto. Nos sentamos en la mesa para comer, yo fui el primero en probar la comida y descubrí que sabía mal y muy salada. Deseé que el sabor aquel fuese normal y que les gustase a las señoras, pero según lo probaron escupieron la comida de nuevo al plato. Estaba realmente malo. La señora Claudia enojada se levantó de la silla, salió del comedor y regreso con unos guantes de goma y un manojo de cuerdas. Mi mujer me ató las manos a la espalda contra la silla frente a la mesa. Mi suegra se enfundó sus guantes de goma y agarró con sus propios guantes de goma la comida y la introdujo en mi boca bruscamente.

- Traga, estúpido. Te vas a comer la cazuela entera. Así aprenderás a realizar tus labores debidamente -. Me dijo mientras continuaba introduciendo mas y mas de aquella comida tan patética que había cocinado yo mismo. No dejaba de introducir sus guantes dentro de mi boca con mas y mas comida, yo tragaba y tragaba. Me había comido media cazuela, estaba al borde del vomito, ya no podía más. Las señoras se apiadaron de mi a medias, ya que mi castigo no había terminado. Decidieron salir a comer a un restaurante ya que había estropeado la comida con mi negligencia. Mi suegra se quitó los guantes de goma y los dejó apoyados encima de la mesa, ya que volvería a usarlos.

- ¡¡ Esta noche para cenar ya sabes lo que tienes ¡Vas a terminarte la cazuela, yo misma me encargaré! Así aprenderás la próxima vez a cocinar como es debido para tus señoras -. Se marcharon de casa al restaurante y me dejaron allí atado a la silla.


Las primeras semanas fueron un completo desastre. No estaba acostumbrado a realizar las tareas domesticas y cocinar. Regresaba del trabajo rápidamente y debía realizar todos mis quehaceres. Era un completo inútil, todo me salía mal y cada día las señoras se enfadaban más y más. Mi suegra Claudia cada día que pasaba estaba mas enfurecida conmigo, no avanzaba y no me comportaba como ellas deseaban. Llegó el día que se acabó la paciencia de mi suegra. Ese día estaba mas enfurecida de lo habitual hacia mí. Me reprochaba todo sin cesar , ya que todo lo hacía mal. Llevaba razón, era nefasto como criada. Ese día me advirtió varias veces que prestase atención a mis tareas y las realizará debidamente. Me advirtió una vez y otra vez y otra…. Al final empecé a realizar mis tareas mas deprisa de lo habitual y cometí un error garrafal, un error imperdonable. Puse una lavadora con la ropa de mis señoras y me confundí de botón, subí la temperatura al máximo y mezclé la ropa de color. El resultado fue que al abrir la lavadora apareció toda la ropa desteñida y estropeada. Según estaba sacando la ropa apreció la señora Claudia y observó todo el despropósito que había creado. Observé como sus ojos se llenaban de ira, era una cafetera a punto de explotar. La señora completamente furiosa se dirigió hacia el salón. Unos segundos mas tarde me llamó a gritos. Fui corriendo hasta el salón, ella estaba realmente furiosa, su paciencia conmigo había terminado. Nunca la había visto tan furiosa.

Mi suegra, la señora Claudia apartó furiosa de un manotazo todos los objetos que había sobre la pequeña mesa del salón para despejarla. Dejó la mesa vacía y empezó a gritarme enfurecida.

- Recuéstate sobre la mesa ahora mismo, imbécil – Me gritó airada. Yo sabía que aquel castigo era para azotarme con su correa sobre la mesa. Era el castigo más temido por mí. Mi suegra Claudia podría ser realmente cruel. Mi suegra tenía una especial atracción con la correa de piel y una vez la agarraba podría descargarla una y otra vez sin cesar. No encontraba fin para detenerse, se enfurecía y se transformaba en alguien realmente sádica que no se detendría hasta destrozarte el culo y quizás aún así continuaría azotando.

- No señora Claudia, tendré mas cuidado la próxima vez – Traté de apaciguarla y disculparme de forma desesperada.

- ¿Sigues rechistando mis ordenes? Iban a ser 50 correazos, pero sigues rechistando y desobedeciendo…. Serán 100.- Volvió a replicarme señalando con su dedo la mesa para que me recostara sobre ella. Transcurrieron unos segundos y me quedé paralizado sin obedecer.

- 150 correazos - Volvió a recriminarme ante mi desobediencia. Me quedé paralizado, estaba realmente furiosa. No reaccionaba ante mi suegra, hasta que me di cuenta de la situación.

- 200 correazos – Me dijo transcurrido unos segundos mas tarde sin obedecer. Ampliaba el número de correazos según transcurría el tiempo sin obedecerla. Me tiré literalmente en plancha hacia la mesa, no deseaba empeorar más la situación. La señora seguía enfurecida y comenzó a atarme los brazos y piernas contra las patas de la mesa. La mencionada mesa era especial, había valido muy cara, era de madera de roble y en sus patas llevaba unos adornos en forma de hoja alargada donde se podía atar fácilmente a alguien. De hecho, ya lo habían hecho anteriormente mi mujer y mi suegra.

Me ató de pies y manos bocabajo sobre la mesa de salón baja. Las cuerdas estaban muy apretadas, me hacían daño. La señora estaba muy enojada, desprendía humo de su cabeza. Sacó sus guantes de goma y comenzó a enfundárselos en sus manos. Era conocedor que cuando se colocaba sus guantes en sus manos era para castigarme. Escuché el chasquido de sus guantes muy apretados. La quedaban muy ajustados en sus carnosos brazos y manos. Terminó de enfundarse los guantes, se marchó del salón y regresó al instante con su correa en la mano.

- Vas a aprender a obedecer de una vez. Voy a romperte el culo a correazos como te mereces. – Me recriminó furiosa, esta vez me había pasado y estaba mas enojada que nunca.

- Lo siento señora, tendré mas cuidado y me esmeraré la próxima vez - Supliqué nervioso.

- No paras de rechistar, desobedecer, poner excusas…. Voy a cerrarte la bocaza - Se bajo sus bragas con sus guantes de goma por sus muslos y pies y las agarró haciéndolas un habillo. Se dirigió hacia mi rostro por la parte delantera de la mesa e introdujo sus bragas enormes en mi boca. Agarró un rollo de cinta de embalar y pegó un extremo de la cinta sobre mi boca y comenzó a dar vueltas sobre mi cabeza, una, otra, …. Quedé completamente amordazado con sus bragas dentro de mi boca y aprisionadas con la cinta americana bien apretada.

La señora Claudia comenzó a azotarme sin piedad con su correa. El dolor era terrible. Me azotaba duramente enojada descargando duramente la correa contra la piel de mi culo. Me ardía el trasero mas y mas a cada azote…. Hasta que….¡¡ fui salvado¡¡.

En ese momento abrió la puerta mi mujer. Se encontró con la situación. Su madre enfurecida me tenía atado en la mesa y amordazado. Me azotaba sin piedad. Mi suegra la explicó lo ocurrido. Lo desobediente que había sido y como había estropeado la ropa de las señoras. Una ropa realmente cara pagada con mi dinero. Mi mujer quedó decepcionada por mi comportamiento, pero intentó tranquilizar a su madre ya que me estaba azotando duramente y 200 correazos la parecían excesivos. Tenía el culo enrojecido, me estaba azotando de forma cruel.

- Hija, este imbécil se está burlando de nosotras. No para de desobedecer, faltar al respeto, rechistar…. Hay que pararle los pies – Trató de convencer a mi mujer para que la dejar a seguir azotándome con su correa.

- Tenemos que ponerle remedio entonces. Debe aprender a obedecernos – Contestó mi mujer Ariana. Apaciguó a su madre que estaba muy furiosa. Me odiaba profundamente mi suegra. La había hecho tanto daño, burlado e insultado anteriormente.

- Querida hija. Déjame encargarme de este asunto a mí. Puedo conseguir que sea obediente, le enseñare a obedecer sin rechistar. Quiero que me des permiso para enseñar a tu marido a obedecernos como es debido - Sentenció mi suegra.

Ahora fue cuando mi mujer soltó una bomba nuclear para mi ante su nueva noticia.

- Me parece bien mama. Dentro de dos días me voy de vacaciones con mis amigas. Va a pagar con su dinero nuestras vacaciones, estaré 10 días fuera de casa. Si quieres puedes encargarte del estúpido de mi marido – Propuso mi mujer a mi suegra.

Diez días fuera de casa, fue lo primero que resonó en mi cabeza. ¿Iba a dejarme con el ogro de mi suegra a solas?

- Me parece bien. Cuando regreses de tus vacaciones vas a encontrarte a un marido completamente diferente; Obediente, educado, dispuesto a obedecer y complacerte. Realizará todas sus tareas sin rechistar y te complacerá en todo lo que ordenes - Le prometió mi suegra a su hija.

Ambas señoras aceptaron el trato. Mi suegra se encargaría de adiestrarme en la ausencia de mi mujer en sus vacaciones. Quede sorprendido al enterarme que mi mujer se iba de vacaciones a un hotel muy caro en una isla y donde todo salía de mi dinero, que ahora era el suyo. ¡¡Yo me quedaría con mi suegra que tanto me odiaba ¡Aunque el odio era mutuo!

Mi suegra aceptó la proposición y se inclinó sobre la mesa donde me encontraba atado y amordazado. Acercó su boca a mi oreja y me habló en voz baja para que solo pudiera escuchar yo lo que tenía que decirme. Aquella situación me pareció un deja vu, ya la había vivido anteriormente y recordaba perfectamente que fue el día que todo comenzó.

- ¡¡ Hoy te has vuelto a salvar de milagro, debes de tener un ángel de la guarda velando por ti ¡¡. Muy pronto estaremos tu y yo a solas. Voy a romperte el culo a correazos tal como te he prometido. Esos 10 días de ausencia de mi hija van a ser un infierno para ti. Te ataré, te amordazaré y te azotaré hasta romper la correa en tu culo día tras día. Vas a llorar de dolor hasta quedarte sin lagrimas y te juro por mi hija que es lo que mas quiero en este mundo que lo voy a hacer. Vas a respetarme sin rechistar lo más mínimo, hijo de puta. – Me reprendió mi suegra con sus palabras duras. Quedé completamente aterrorizado.

Mi suegra Claudia se quito los guantes de goma tirando bruscamente de ellos por el extremo del brazo y los arrojó contra el suelo rabiosa. De nuevo su plan de castigarme duramente había sido interrumpido. Se marchó de la habitación echando humo por su cabeza, no se había pasado su enojo, aunque su hija trató de tranquilizarla.

Mi situación había empeorado y mucho, estaba completamente asustado, en tan solo dos días me quedaría con mi suegra a solas y sabía de lo que era capaz.

Continuará… capitulo 3 ya publicado para leer en la web . Espero te guste.

Para cualquier comentario: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.



Licencia de Creative Commons

DISCIPLINA DOMÉSTICA: Esclavo de mi mujer y mi suegra. Cap2 es un relato escrito por sumisso publicado el 21-09-2022 15:45:23 y bajo licencia de Creative Commons.

Ver todos los relatos de sumisso

 

 

0 No me gusta0
PARTICIPA!! Escribe tu opinión

MÁS RELATOS

 Traicionado y esclavizado 8
 Escrito por Jorge Jog

 El perro gay
 Escrito por Pandora

 Culos enrojecidos III
 Escrito por Erothica90

 Cornudo sumiso
 Escrito por Slave



   ACCESO USUARIOS

   
   
   
   BÚSQUEDA AVANZADA