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VENGANZA AL VIOLADOR. FEMDOM. HELENA Y CARMEN. CAP 1
Escrito por sumisso

Antes de comenzar el relato me gustaría hacer una indicación y una advertencia. La Indicación es que este relato es ficticio, es producto de mis fantasías. En ningún momento me siento identificado con la personalidad del protagonista. No me ha resultado fácil escribir algunas frases que denotan a una persona miserable. Aunque todos sabemos desgraciadamente que en la realidad existen demasiadas personas así.

La advertencia: Nunca me han gustado los tabúes, es un relato duro, especialmente para sádicas y masoquistas. En esta serie de relatos puedes encontrarte todo tipo de castigos, humillaciones e incluso vejaciones. Te aseguro que te gustará la historia.


Quedé petrificado la primera vez que vía a Carolina. No había visto antes una mujer con tanta belleza como ella. Su pelo largo como el carbón, aquella mirada risueña que la confería un aspecto de ángel celestial, sus ojos expresivos de color verde. Su contoneante silueta perfecta me llamaba a gritos. Mi corazón empezó a latir a mil pulsaciones por minuto al tener aquella mujer tan bella y tan cerca de mí. No dude un instante en acercarme a hablar con ella, mostré mi mejor sonrisa y traté de conquistarla con todas mis artimañas. Ella me devolvió su mejor sonrisa y comenzamos a hablar. Estaba seguro que la conquistaría, siempre lo he conseguido, las mujeres dicen que soy bastante guapo y atractivo, muchas no pueden resistirse a mi encanto y mi cara guapa, siempre me ha resultado fácil ligar con otra mujer.

Al igual que siempre me ha resultado muy fácil coquetear con una mujer y conquistarla, también me ha sido igual de fácil perderla. Pronto descubrían mis grandes defectos, mi chulería, mi arrogancia, prepotencia. Mi estatus familiar me confería cierto poder económico y siempre tenía aquello cuanto quería, no importaba su precio, siempre lo conseguía y tampoco me importaban las formas de conseguirlo. En este caso obtuve una nueva victoria para mi palmares, conseguí invitar a Carolina a cenar aquella misma noche en un lujoso restaurante que estaba seguro que la sorprendería.

Fue una velada magnifica, hablamos toda la cena alegremente, notaba en su mirada que ella poco a poco se iba enamorando de mí. Pagué la cuenta y la invité a mi casa, allí tomaríamos el postre y por supuesto la llevaría a mi cama, que era lo que yo estaba buscando. Ella declinó mi oferta, no era fácil de convencer, no quería ir tan rápido conmigo. Respiré decepcionado asumiendo mi derrota, pero mañana volvería a intentarlo y utilizaría todas las armas que fuesen necesarias.

Al día siguiente fui a buscarla a su casa. Ella salió a mi encuentro y me invitó a entrar a su casa, deseaba que conociese a su familia. Lo último que deseaba era conocer a su familia, no me interesaba lo más mínimo. Tan solo me interesaba Carolina y no su familia, y mucho menos su casa que estaba situada en un modesto barrio. Podría comprar aquel barrio con mi dinero si me lo propusiese. No tuve más remedio que aceptar su invitación, coloqué mi mejor sonrisa y entré al interior de su casa donde conocí a su madre Helena y a su abuela Carmen.

Aquel encuentro fue terrorífico, fingiendo mi mejor sonrisa conocí a su madre y a su abuela. Me preguntaba de donde había sacado tanta belleza Carolina si su madre y su abuela eran dos auténticos ogros. Dos mujeres mayores grotescas. Su madre de unos 50 años y su abuela de entre 65 – 70 años. Su madre era regordeta con cuerpo voluminoso, pelo rizado y gafas de visión en su rostro. Se reía como una morsa, algo que me irritaba por completo. Era escandalosa riéndose. Su abuela mucho más corpulenta, pasada de peso, cuerpo enorme, estomago grande, piernas y brazos carnosos. A su abuela la bauticé la ballena. Sobrepasaba los cien kilos de peso sobradamente. Tenía ante mí a la morsa y la ballena. Por supuesto estos calificativos los dije para mis adentros en privado en mi conciencia, fingía a la perfección ser un hombre correcto y educado. Hice una gran actuación teatral merecedora del mejor premio.

Pronto descubrí que fue un gran acierto entrar a casa de Carolina, ella estaba radiante de felicidad de poder presentar a su madre y a su abuela a un hombre como yo. Aquella circunstancia jugaba en mi favor, iba a ser una noche especial, esta vez no aceptaría un no por respuesta después de la cena. Antes de abandonar la casa de Carolina y encaminarnos hacia el restaurante que había reservado, su madre y su abuela se acercaron a mí.

- Espero que trates con mucho respeto a mi hija… es alguien muy especial…… se merece lo mejor….. sino te las veras conmigo…. – Fue su advertencia. Estuve a punto de echarme a reír por su advertencia. ¿Qué iba a hacerme su madre? .Asentí y contesté.

- Si mor…… - Uissss estuve a punto de llamarla Morsa en su rostro. Mi mente estuvo a punto de equivocarse.

- Si, señora – Volví a fingir respecto, mi actuación teatral fue esplendida, digna de un galardón.

Aquella noche en el restaurante fue mucho mejor que la anterior. Carolina ya llevaba varias copas de vino y además añadí unos pequeños polvos en su copa que aumentarían su borrachera. Ahora Carolina era una mujer frágil que podía hacer con ella cuanto quisiera. Aunque ella no deseaba ir tan pronto a mi casa, ya que era nuestra segunda cita, la convencí y la agarré del brazo introduciéndola en el coche. Ella estaba algo mareada debido a la sustancia en su copa y me resultó muy fácil.

Disfrute de Carolina toda la noche, estuve fallándola una y otra vez a mi placer. En algún momento intentó resistirse pero seguía drogada por la sustancia. La humille de mil formas y posturas en la cama por delante y por detrás. Aquella noche disfruté como nunca antes lo había hecho. Carolina era espectacular. Cuando caí exhausto de tanto esfuerzo y sin una sola gota más de lívido en mi cuerpo, fue cuando Carolina se marchó llorando de casa. Había descubierto que no era el tipo de hombre que aparentaba ser y había abusado de ella aquella noche.

Su Madre Helena y su abuela Carmen denunciaron los hechos ocurridos, pero no ocurrió absolutamente nada. Mis padres como siempre intervinieron y compraron al juez. Ya mencioné que provengo de una familia con un gran estatus. El juez dictaminó que Carolina se había inventado todo, e incluso deberían indemnizarme su madre y su abuela por injurias. Comencé a reírme a carcajadas delante de ellas y les llame morsa y Ballena, esta vez en voz alta. Contemplé sus miradas de odio hacia mí, pero nada podían hacer. Incluso les ofrecí la posibilidad que si me pedían perdón, les perdonaría la indemnización que debían pagarme. Aquello las enfureció aún mucho más.

La madre de Carolina, Helena ,y su abuela Carmen comenzaron a idear su venganza hacia mí. Iban a vengar a Carolina, no iban a permitir aquella injusticia. Estuvieron durante varios días planeando y detallando su plan de venganza. Hicieron una lista con todo lo que necesitaban. Recurrieron a varias ferreterías, tiendas y aplicaciones de internet para comprar todo aquello cuanto necesitaban. Una vez consiguieron todos los objetos necesarios para su plan de venganza los almacenaron en el sótano de su casa que es donde pretendían llevar a cabo su venganza hacia mí. El plan ya estaba ideado, solo faltaba su presa, que iba a ser yo.


Dejaron a Carolina fuera de su plan, no la contaron nada. Su madre y su abuela decidieron que pasara el fin de semana en casa de su mejor amiga que vivía en otra ciudad, la sentaría bien el cambio y comenzaría a olvidar todo lo sucedido. Carolina no había vuelto a ser la misma desde entonces, se sintió deshonrada y engañada.

Recibí un mensaje en mi teléfono móvil. Era un número que no conocía. Era la madre de Carolina, me indicaba que se había pensado mejor mi oferta y estaba decidida a disculparse ante mí. Aquello me hizo reír a carcajadas, deseaba que se disculparan ante mí y reconociesen mi superioridad ante ellas. Solo eran mujeres vulgares y yo un verdadero hombre con estatus. Las pisotearía con mi zapato o las haría besar la punta de mi zapato como disculpa. La idea me producía satisfacción, las enseñaría a no volver a meterse con alguien de mi superioridad.

Aquella tarde acudí a casa de Carolina de nuevo. Me recibieron su madre y su abuela en la entrada (La morsa y la ballena). Carolina no estaba, me indicaron mintiéndome que regresaría enseguida, mientras tanto me invitaron a una copa de vino. Empezaron a disculparse ante mí. Me sentí superior ante ellas observando y escuchando como se disculpaban. El vino al que me habían invitado estaba muy rico, les solicité otra copa mientras seguían humillándose ante mí. Copa tras copa de vino comencé a sentirme indispuesto. Aquello no era normal, unas copas de vino nunca me hacían tanto efecto, aquella situación era extraña. Las mujeres me levantaron de la silla y me empujaron hacia el final de la casa donde salían unas escaleras de madera que conducían al sótano de la casa. No deseaba bajar por las escaleras, pero mi cuerpo no reaccionaba, estaba drogado y las mujeres me empujaban por detrás.

Entramos en un oscuro y húmedo sótano destartalado. Aquella instancia la utilizaban para guardar enseres y objetos antiguos sin valor, allí no ocupaban espacio. Comencé a sentirme aún más débil, caí al suelo desplomado sin fuerzas. Comprendí que había sido drogado, las copas de vino llevaban algún tipo de sustancia que paralizaba el cuerpo dejándote sin fuerzas. Aquella técnica la había utilizado yo en numerosas ocasiones y ahora era quien la estaba recibiendo. Ambas señoras cerraron la puerta del sótano con llave impidiendo pudiese abrir la puerta, aunque solo podía arrastrarme levemente por el suelo, si consiguiese llegar a la puerta estaría cerrada con llave fuera de mi alcance.


Desde el suelo observé como las mujeres calzaban botas de goma altas, no había reparado en ello anteriormente. Ya estaban preparadas, conocían el frio y la humedad del sótano y se protegían con sus botas. Aquello había sido premeditado. Mientras me arrastraba hasta la puerta del sótano lentamente, las mujeres comenzaron a enfundarse unos guantes de goma largos en sus manos, eran unos guantes de uso doméstico hasta el codo. Escuchaba el chirriar de la goma entrando en sus manos y brazos. Fue la madre de Carolina quien dirigió su voz hacia mí mirando al suelo donde me encontraba inerte y arrastrandome.

- Te advertí que si hacías algo indebido a mi hija, te las verías conmigo – Me dijo mientras terminaba de enfundarse los guantes gruesos de goma.

La abuela, Carmen, anduvo hasta donde me encontraba, ya casi había llegado arrastrándome hasta la puerta.

- ¿Crees que vamos a dejar que salgas de aquí?.... olvídate de la idea…. Vas a pasar aquí un par de días…. Te vamos a enseñar una buena lección - . Se inclinó hacia mí y sacó unas esposas de metal. Aquellas esposas era uno de los objetos que había conseguido. Fue costoso encontrar aquellas esposas, ya que no deseaba unas esposas eróticas, sino unas esposas de verdad. Agarró mis manos y las condujo a mi espalda. Rodeó mis manos con las esposas a mi espalda y las cerró duramente, apretó cuanto pudo. El metal de las esposas mordían mi piel fuertemente, eran bastante dolorosas. Cerró las esposas con llave mientras yo me quejaba aaayyyyyy.

- No quiero escuchar una sola palabra de tu boca – La abuela Carmen se inclinó hacia mí y se bajó sus bragas por sus piernas. Estrujó sus grandes bragas blancas completamente sucias y las metió dentro de mi boca. Sentí un sabor rancio en el interior de mi boca, sabor a orines y suciedad de su ano. Era lo más repugnante que me había llevado a la boca en mi vida. Sentía nauseas mientras ella forzó con sus dedos para que entraran hasta el final de mi boca, casi hasta la garganta. Agarró un rollo de cinta americana y lo colocó en la comisura de mis labios. Comenzó a rodear mi boca, rostro y cabeza con la cinta americana de color gris.


- Nadie te va a escuchar…. Tu papaíto no te va a ayudar esta vez - . Terminó de cerrar mi boca con la cinta americana, dejando bien apretada la cinta a mi boca impidiendo pudiese escupir sus bragas repugnantes. Traté de gritar pero llevaba razón, no se escuchó sonido alguno proveniente de mi boca. La mordaza era completamente eficaz y agónica presionando mi cara. La madre de Carolina se inclinó y sacó unas bridas resistentes que colocó sobre mis pies. Me quitó los zapatos y colocó las brizas sobre mis tobillos. Las cerró con fuerza manteniendo mis pies juntos. Encima de las bridas colocó una cuerda, rodeó mis pies con la cuerda dando muchas vueltas e hizo un nudo resistente.

No podía moverme un milímetro. Estaba bocabajo en el suelo con las manos esposadas a la espalda y los pies atados. Ahora no podía arrastrarme en el suelo. Las esposas me apretaban con dureza, deseaba pedir que no las apretase tan duramente, pero no podía hablar, aguantaba el dolor de las esposas apretadas sin poder rechistar. Observé como colocaban una cadena gruesa en una argolla situada en la pared del fondo del sótano. Un candado sujetaba la gruesa cadena a la argolla. El otro extremo de la cadena estaba reservado para mí. Colocaron un collar grueso de animal en mi cuello y lo anclaron a la gruesa cadena con otro candado. Estaba inmovilizado de pies y manos, amordazado y con una cadena que me impedía desplazarme poco más de un metro de la pared.

Ambas señoras sabían que ahora no podría escapar. Se aseguraron que no pudiese de ninguna forma. La abuela de Carolina me agarró del pelo entre su guante de goma y levantó mi rostro con brusquedad manteniendo mi cara en el aire sujeto por su mano. Buffffff aquel tirón de pelo me hizo saltar una lágrima de dolor. Me trató con gran brusquedad. Creía me arrancaba el pelo tirando con semejante brusquedad.

- Te voy a contar lo que va a ocurrir ahora…… te vamos a castigar duramente como te mereces….. ¿conoces el infierno ?... estoy segura que no. Nosotras te lo vamos a enseñar, acabaras llorando como una niña.... Cuando nos pidas perdón y clemencia nos detendremos…. El problema es que no vas a poder disculparte estando amordazado ….. entonces nosotras seguiremos castigándote hasta que lo hagas… JAJAJA - . Ahora eran ellas quien se burlaban de mí, me sentía completamente humillado e indefenso.

Helena se dirigió hacia un estante del sótano y agarró dos varas muy finas. Ella se había encargado de buscarlas en los alrededores, eran unas varas finas de abedul. Agarró una entre su mano y la otra se la tendió a Carmen. Me bajaron los pantalones y mi ropa interior hasta las rodillas quedando desnudo. Agarraron sus respectivas varas de madera de abedul.

- Me he encargado de recoger las varas más resistentes que he encontrado. Vamos a comprobar quien se rompe antes…. Si la vara de madera o tu culo…. – Se acercaron hasta mí y empezaron a azotarme con las varas finas de madera.

ZAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSS ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSS

El dolor fue terrible, azotaron con fuerza descargando la vara contra mi culo. Hubiese gritado de tal forma que se hubiese escuchado en varios kilómetros, pero amordazado no pude emitir queja alguna. Sus varas comenzaron a desgarrar mi piel, mi culo comenzó a llenarse de marcas. El dolor era muy intenso. Mi culo empezó a quedar completamente magullado. El dolor aumentaba a cada nuevo azote, eran bruscas azotándome, utilizaban su fuerza. Comencé a retorcerme en el suelo sin apenas poder moverme pero intentando escapar. La abuela Carmen fue quien pisó mi rostro con la suela de su bota de goma. Apretó la suela aprisionando mi cara al suelo. De esa forma evitó siguiese retorciéndome de dolor.

- ¡¡ Ohhhh como llora la puta ¡¡ …. Pídenos perdón y te liberaremos - . Intenté suplicar y pedir perdón pero la mordaza me lo impedía, solo degustaba el sabor rancio y apestoso de las bragas. No podía articular sonido alguno con esa terrible mordaza hasta mi garganta.

- ¡¡No escucho nada¡¡. Tendremos que azotarte más fuerte - . Carmen apretó mi cara contra el suelo con la suela gruesa de goma de sus botas y ambas mujeres continuaron azotándome en mi culo y muslos. Transcurrida media hora quedé completamente lleno de marcas y sabañones terriblemente dolorosos. Lloraba desconsoladamente, toda mi chulería y prepotencia había desaparecido por completo.

La madre de Carolina, Helena, se inclinó hacia mí y metió su guante en mi pantalón que estaba en mis pies. Agarró mi teléfono móvil y comenzó a grabarme con él. Ambas mujeres comenzaron a desternillarse de risa. Mientras una mujer me grababa con el teléfono móvil, la otra me azotaba con la vara de madera de abedul. Lloraba a cada nuevo azote.

- ¿Veis como llora la putilla de vuestro amigo …. Llora como una perra - ZAAAAAAAAAAASSSSSSS ZAAAAAAAAAASSSSSSSSS continuaba azotándome Carmen con su vara destrozando mi culo.


- ¿Tus papaítos no te ayudan esta vez, jajaja ? – Continuaban riéndose de mis ambas mujeres mientras grababan la situación con mi teléfono. Terminaron de azotarme dejando mi culo y muslos completamente marcados, fueron terriblemente duras conmigo, tal como me merecía. Lloraba desconsoladamente debido al dolor.

- Esta grabación la vamos a enviar a todos tus contactos del teléfono. - ¡¡No, No, No, aquello sería mi perdición ¡¡ sería el hazmerreír de toda la sociedad. En mi teléfono móvil tenía contactos de personas influyentes tanto para mi padre como para mí. Las señoras se dirigieron hacia la puerta de salida del sótano. Se quitaron sus guantes y los dejaron junto a la puerta de entrada. Pretendían dejarme en el oscuro y frio sótano encadenado, atado y amordazado.

Antes de cerrar la puerta, la madre de Carolina se dio media vuelta.

- Esto no ha terminado, solo ha empezado…. Tenemos dos días por delante…. Cuando regresemos continuaremos castigándote…. Tenemos tantos castigos preparados para ti….. Intenta escapar si puedes o pedir ayuda…. Te aseguro que no vas a poder…. Nadie te va ayudar - . Me recriminó Helena llena de odio hacia mí.

Quede encerrado en el sótano sin poder moverme ni pedir ayuda. El dolor de mi culo y muslos era terrible y no podía hacer nada para remediarlo. Mis esposas cada vez apretaban más mis manos. Deseaba suplicar y pedir perdón por el daño causado, pero no podía hacerlo. Tan solo podía esperar el ansiado regreso de las señoras, no iba a poder salir de allí de ninguna manera. Esperé impacientemente el regreso de las dos “señoras “ , se me habían quitado las ganas de faltarlas al respeto llamándolas morsa o ballena.

Continuara…. Relato ya publicado en esta web.

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Licencia de Creative Commons

VENGANZA AL VIOLADOR. FEMDOM. HELENA Y CARMEN. CAP 1 es un relato escrito por sumisso publicado el 10-12-2023 13:47:05 y bajo licencia de Creative Commons.

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