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Julia
Escrito por joaquín

— Disculpa, ¿No tendrás veinte centavos sueltos? Es para la máquina de café.
No me percaté hasta ese momento de que la chica a la que hablaba se trataba de una preciosa jovencita.
Me quedé prendado de ella mientras la vi buscando dentro de su bolso intentando encontrar el monedero.
— Si no tienes no pasa nada.
— Sí, sí que tengo.
Su voz, dulce como la miel, hacía justicia a su aspecto.
Cogí la moneda que me dio a la vez que pude sentir el contacto de su piel con la mía.
— Es agua sucia, pero es mejor que nada.
Me senté a su lado y ella no me rechazó.
— ¿Por qué estás aquí?
— Mi padre ha sufrido un accidente con el coche. Le están operando ahora
No lo he dicho aún. La chica y yo estábamos en urgencias, una noche fría y cerrada de invierno.
— Una putada. El mío ha sufrido un ataque, por eso estoy aquí, tomando café malo en lugar de estar en mi cama durmiendo.
Sonrió, la sonrisa más bonita que había visto en mucho tiempo.
— ¿Has avisado a alguien más?
— Mis padres están separados y no tengo hermanos.
— ¿Y un novio quizá?
— No ha querido venir.
— Menudo imbécil. Yo nunca dejaría a una chica tan bonita como tú sola.
Sabía que estaba mal coquetear con ella. Yo tenía cuarenta y cinco y ella apenas llegaba a los veinte, si es que llegaba. Y sabía que no era el momento ni el lugar adecuado. Pero ni podía ni quería evitarlo.
— Gracias.
Noté como se ruborizó. No lo entendí, tendría que estar muy acostumbrada a que la llamaran guapa.
Seguimos hablando sobre temas intrascendentes, o quizá no. De está forma me enteré que se llamaba Julia, que estaba en primero de derecho, que estaba viviendo con su padre para ir a la universidad y que los pies la estaban matando porque solo había encontrado los tacones y no las zapatillas antes de salir de casa, que por eso se había puesto falda …
Fue cuando el médico nos llamó y me pidió que la acompañase dentro.
La noticia de la muerte de un familiar siempre es horrible. Más cuando es de repente y completamente inesperado.
Julia no lloró. Se quedó allí, en silencio. Yo arreglé las cosas por ella. Y una vez que me enteré de que mi padre estaba mejor y que se quedaba con mi hermano, fue cuando volví con ella de nuevo.
En realidad había vuelto a la sala de espera, donde se encontraba ella, en un rincón, sin moverse. Le había recomendado irse a casa en taxi, pero no me hizo caso.
— ¿Quieres venir conmigo?
Me siguió sin rechistar.
Fue en el calor de la habitación de invitados cuando Julia se entregó por primera vez a mí.
Yo me fuí a la cocina para preparar un poco de chocolate caliente y cuando volví ella se había quitado la falda, los tacones y el jersey, quedándose en unas medias negras de invierno que me volvían loco y ropa interior.
Fui yo quien le despojó de su ropa allí mismo, en el salón. De todo salvo de las medias.
Me la lleve a la habitación de invitados y la tumbe en la cama.
Yo quería ser suave y cariñoso con ella pero no era lo que ella quería ni necesitaba.
Deseaba dolor.
Quería que fuera fuerte, agresivo, que destrozará su tierno coño con mi polla.
Le di lo que me pidió.
Tras abrirla de piernas se la metí de un solo empujón y comencé a bombear como si tuviera a una vulgar puta y no a una tierna jovencita sin que ella opusiera ningún tipo de resistencia.
Por no hacer, ella apenas dejó escapar un sonido de su boca.
Tuve la sensación de que más que echarla un polvo la estaba violando.
No voy a mentir. La sensación de tener un trozo de carne tan bello, tan tierno y tan joven a mi disposición me excitó como nunca antes.
Le metí un mordisco salvaje en su pecho izquierdo.
No sé el porqué lo hice.
Solo sé que la mordí tan fuerte que la clave los dientes.
Julia se agarró con fuerza a las barras de la cabecera de la cama.
Cuando noté que me iba a venirme dejé de penetrarla.
Aún duro me senté encima de su vientre, solo para pajearme terminar corriéndome en su cara.
Me corrí como nunca antes en mi vida sobre su hermosa cara.
Nunca antes lo había hecho. Mis anteriores parejas sexuales nunca me dejaron y hacerlo en la cara de una puta nunca me excitó.
Por eso fue una experiencia única.
Me levanté y me retiré de ella solo para encender la luz.
Ver su linda cara mancillada por mi semen, ver como corría este por sus mejillas fue una experiencia única.
Pero nada había terminado aún entre nosotros.
Ella no se movió. Seguía allí, con las piernas abiertas y el coño disponible.
Podía notar por su actitud que aceptaría cualquier cosa que viniera de mí. Ya fuera dolor, humillación o placer.
Agarré el móvil de la mesilla y comencé a sacar fotos de su cara y su cuerpo.
Comencé a grabar.
Me acerqué a ella y le metí mi polla aún flácida en la boca mientras seguía grabando tan a fondo que estampé mi vello púbico contra su cara.
Ella comenzó a chupar y sólo la retiré para correrme de nuevo en su rostro.
Fue una corrida bastante escasa, solo unos pocos grumos mezclados con orina.
Agarré un mechón de su melena negra para limpiarme la polla con él.
Era suave, sedoso y muy limpio.
Me desplace hacía la parte inferior de la cama y comencé a retirar sus medias de lana, hasta dejarla desnuda.
No sabía hasta dónde podía llegar. En ese momento estaba convencido de que la chica era capaz de hacer cualquier cosa.
Quería ponerle la correa de mi dogo alrededor de su cuello.
No inmediatamente, claro.
Salí de la habitación y me vestí con ropa cómoda. Nada del otro mundo, solo ropa interior, unos pantalones, una camiseta de felpa y unas pantunflas.
Cuando volví con ella, le indiqué que me siguiera.
Lo hizo con timidez, pero lo hizo.
Anduve con ella desnuda por la casa hasta donde tenía guardadas las correas de mi perro.
Julia entendió lo que eso significaba o por lo menos lo que quería hacer.
Se retiró el pelo ella misma para que la pudiera poner bien el collar.
Y se colocó a cuatro patas sin que la dijera nada.
— ¿Qué pensaría tu novio de todo esto?
— No tengo novio. Fue una mentira.
Tenía sentido en realidad. Si la chica había vivido con su madre en una ciudad y con su padre en otra, le debe costar un mundo conseguir amigas y novio.
— ¿Preferías que pensará que tu novio es un imbécil a que te vea incapaz de tener uno?
La chica no contestó.
Estuve a punto de arrepentirme de la humillación tan gratuita que le había soltado.
Solo a punto.
Le obligué a caminar de regreso hasta mi sillón favorito. Ahí me descalce y realice una petición que en mi vida me pareció posible.
— Lame mis pies.
No creí que lo fuera a hacer, pero lo hizo. No tardé mucho en sentir su suave lengua recorriendo los sucios y sudados dedos de mis pies.
Me había puesto duro de nuevo, así que me saqué la polla, tiré de su pelo y hundí la cabeza de la chica entre mis piernas.
Apenas la dejé respirar mientras yo me corría por tercera vez en la noche.
Terminé agotado.
Mientras se limpiaba los restos de babas que le caían por la boca pensé que iba a hacer con ella.
Sin que yo se lo pidiera volvió a lamerme los pies.
Me la lleve a mi habitación.
Quería dormir con ella, sentir su cuerpo contra el mío durante toda la noche.
Me la estaba chupando cuando desperté.
La deje hacer. Tenía una fuerte erección, y no creía que fuera capaz de volver a correrme.
Me equivoqué, sí que logré correrme. O algo parecido.
Me oriné.
Lo hice en su boca y no pude más que asombrarme al ver como ella se lo estaba tragando como si fuera la cosa más natural del mundo.
— Buenos días — dije mientras se limpiaba.
Ella no contestó.
— ¿Te apetece desayunar?
Ella volvió a quedarse muda.
Me vestí. No sabía muy bien el porqué pero no me apetecía estar desnudo delante de ella.
Ella me siguió desnuda por la casa cuando fui a ver a mi perro.
— ¿Te lo follarías? — pregunté bastante molestó.
— Sí.
Su respuesta me empalmó. La zoofilia siempre ha sido uno de mis fetiches secretos y ver a una mujer siendo embestida por mi dogo Diablo me ponía.
Aún no sé como logré resistirme.
— Vístete, te voy a llevar a tu casa.
— Nadie me espera allí.
— Ese no es mi problema.
Deje que se duchara y se vistiera, que volviera a parecer la joven de la que me encapriché hacía unas horas.
Nos montamos en el coche, ella, yo y Diablo al que no pensaba dejar solo y conduje hasta el chalet de su padre. No nos dijimos ni una palabra durante el viaje.
Allí nos esperaba un perro pastor llamado Bobby que la saludó cariñosamente.
Yo mientras vi algunas fotos de ella con su padre.
— Estabas enamorada de él.
No era una pregunta, se veía perfectamente en la mirada de su Julia hacía su padre en las fotos.
— Desde el divorcio, quizá antes. Anhelaba que mi padre fuera mi amante, que me hiciera sentir que era suya, pero nunca me tocó. Prefería tener citas y putas. Tú fuiste mi primera vez.
Me quedé sin habla durante unos instantes. Ella seguía acariciando a su perro.
— Julia, yo no puedo quedarme contigo. Tu necesitas a un amo que no tenga escrúpulos contigo, y yo no soy ese hombre.
— Me has dejado claro que sí.
Yo no dije nada.
Ella se levantó. Joder, era preciosa.
— ¿Deseas verme follar con él? Puedes grabarme si quieres.
Ella se quitó los tacones, a continuación la falda y se bajó las bragas dejando su coñito al descubierto.
Se colocó de rodillas y comenzó a ladrar.
No me resistí más. Tras atar a Bobby a una columna de la escalera para que no molestará, deje a Diablo al lado de ella.
Mi primera sesión en vivo de zoofilía fue todo lo malsana y repugnante que os podéis imaginar.
Tras montarse encima de la hembra, Diablo comenzó a bombear con todas sus fuerzas y el peso de su enorme cuerpo, consiguiendo que la hembra perdiera la mano y tuviera que apoyar su pecho contra el suelo.
Eso por supuesto no detuvo al macho que seguía penetrándola con todo su vigor aún intacto.
Terminó acoplándose a ella durante un buen rato.
Julia no protestó.
Ni cuando la montaron, ni cuando la penetraron, ni cuando se golpeó contra el suelo, ni cuando le metieron la bola ni cuando estuvo con la polla del perro dentro.
Los chorros de semen lanzados por la polla del dogo dejaron manchas blanquecinas en sus medias de lana negra. También había hilos de sangre saliendo de su coño.
— Dios mío.
No podía decir otra cosa. El espectáculo que se había desarrollado delante de mí había sido dantesco.
— ¿Estás bien?
— Sí amo, estoy bien — aseguró con una sonrisa en la cara.


Licencia de Creative Commons

Julia es un relato escrito por joaquín publicado el 08-11-2023 12:54:35 y bajo licencia de Creative Commons.

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