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La abuela sádica.Historia de dolor. CAP 4
Escrito por sumisso

CAPITULO IV: EL CASTIGO, UNA AMA REALMENTE SÁDICA

La primera semana a las órdenes de mi nueva Ama, MistressPain fueron realmente placenteras y supusieron un gran avance en mi vida, empecé a cambiar mi aptitud hacia los demás. Una de las primeras órdenes recibidas por mi Ama fue que debía ayudar a todos los vecinos del vecindario a los cuales les había hecho daño y robado sus pertenencias. Comencé a ayudarles, esta vez desinteresadamente. Me supuso una gran satisfacción comprobar sus caras de alegría cada vez que me veían. Iba a la compra y les traían cuanto necesitaban, hacía pequeños arreglos en su casa, les acompañaba donde necesitasen e incluso a la señora Ramírez que vivía sola la limpiaba la casa dejándola completamente reluciente. Su pago era una eterna sonrisa y su agradecimiento, algo que empezó a ser muy valioso para mí. Me desvivía por todos mis vecinos, donde muchos eran ya muy mayores. Comencé a tener a todos y cada uno un cariño muy especial, les ayudaba en todo cuanto necesitasen.
La primera orden de mi Ama tal como he contado fue que ayudase a mis vecinos, me advirtió que me desviviese por ellos y así lo hice. La segunda orden era que transcurridos 15 días debía regresar a casa de mi señora para recibir mi primer castigo como su esclavo oficial, no había saldado mi deuda por todo el daño causado. Me parecía una eternidad esperar tantos días pero eran sus órdenes.
Aquel día toque a la puerta completamente nervioso, transcurridos unos segundos MistressPain abrió la puerta para recibirme. Contemplé su enorme cuerpo, una autentica montaña. Me miró fijamente con su rostro con arrugas debido a su edad y me invitó a pasar al interior de su casa que ya conocía. Intenté ser simpático, educado y agradable con la señora ante su presencia. Intenté entablar conversación, pero ella no deseaba de mi conversación.

- ¡¡ Cállate la boca ¡¡. No has venido aquí para charlar, estas aquí para ser castigado y tal como solicitaste de una forma muy dura. No te imaginas cuanto vas a lamentar tu elección, puedo llegar a ser realmente dura contigo… Más de lo que imaginas. – Rápidamente recordé el tono serio de la señora, cuando ella hablaba mi nerviosismo aumentaba, me producía un gran respeto y temor.

- Acompañame - Me ordenó la señora. La seguí por el largo pasillo, que ya conocía. Sabía que aquel pasillo terminaba en unas escaleras que conducían a una puerta de madera que daba acceso a su sótano. Al entrar en su sótano comprobé que estaba algo cambiado desde la última vez que estuve allí. Entre los diversos cambios, ya no estaba el banco de castigo situado en el medio de la habitación. En su lugar había otro instrumento también de grandes dimensiones pero diferente. Era un aparato grande con dos postes gruesos de madera y los cortaban dos travesaños, uno encima de otro. Dentro de mi ignorancia parecía una portería de futbol pero con dos largueros, uno sobre otro. Era realmente ignorante.

La señora me indicó que desnudara y me situase sobre el instrumento de castigo. La verdad que no sabía cómo colocarme, no entendía aquel aparato, pronto aprendería. Desnudo, la señora colocó mi cuerpo sobre un travesaño de madera apoyado sobre mi abdomen. Esta vez las manos no iban atadas a los postes del instrumento. MistressPain agarró mis manos situándolas pegadas a mi espalda. Agarró unas esposas de metal y cerró mis muñecas, escuché el inconfundible sonido de los grilletes cerrándose en mis manos. Noté una presión bastante fuerte, las había cerrado demasiado duras.
- Ahhhhhhhh – Me quejé por lo apretado del metal mordiendo mis manos.

- ¿Aprietan ?... Ve acostumbrándote porque las vas a llevar mucho tiempo puestas. – La señora me advirtió que no iba a quitarme las esposas. Se guardó la llave fuera de mi alcance. Descubrí el funcionamiento del instrumento de castigo. Mis manos esposadas a mi espalda se sujetaban en el travesaño situado más arriba, un travesaño situado por encima de donde tenía colocado mi abdomen. De esta forma mi cuerpo quedaba expuesto y reclinado con las manos en el aire sujetas en el travesaño. Una incómoda posición y muy efectiva a la vez. Mis pies se anclaban a los postes, utilizó sus abrazaderas de cuero y colocó sendos candados en cada pie anclados a los postes de sujeción del instrumento. Ahora estaba inmovilizado al instrumento grande de castigo. Este utensilio te inmovilizaba de una manera más contundente que el anterior. Mantenía tu cuerpo inclinado con el culo bien expuesto y no podías moverme.

La vieja y voluptuosa señora se acercó a su armario y regresó con sus famosos guantes de goma negros largos y gruesos. El rechinar de la goma entrando en sus manos y brazos siempre me ha puesto nervioso, un sonido que no olvidaré. La señora regresó de nuevo al armario y volvió hacía el travesaño de castigo con varios objetos en su manos. Al principio desconocía de qué se trataban los objetos, pero pronto los reconocí perfectamente. En sus manos enguantadas sujetaban un rollo de cinta americana, una correa gruesa de perro para sujeción en el cuello y una máscara de latex negra. Quedé extrañado, aquello era novedoso para mí, desconocía que pretendía.
MistressPain se inclinó hacia mí, ahora debía de inclinarse ya que mi cabeza pendía del travesaño hacia abajo. Llegó el terrible dolor del tirón de mi cabello, era algo que la encantaba hacer a la señora. Sus guantes tenían unos pequeños granulados de goma en su palma para mejor sujeción de objetos, estos granulados se atenazaban a mi cabello a modo de lija y al tirar de forma brusca el dolor era muy fuerte, te hacía saltar una lágrima de dolor. No escatimaba en fuerza, tiraba con la fuerza de su brazo bruscamente, manteniendo mi cabeza en el aire sin soltarla manteniendo su vista a la mía.
- Me pediste fuese especialmente dura contigo y así lo haré. Puedes imaginar para que es la cinta americana…. Pero te preguntaras para que la correa de perro y la máscara… ahora lo comprobaras….- La vieja señora se bajó sus bragas por sus piernas. Las agarró en la palma de su guante haciéndola una pelota y las acercó a mi boca. Abrí la boca obedientemente y las introdujo por completo en mi boca, se aseguró que quedaban profundas en mi boca. Agarró la cinta americana y rodeó mi boca y rostro dando una y otra vuelta con la cinta manteniéndola tensa y bien apretada a mi boca. Ya no recordaba lo agónica que podía resultar su mordaza. Recordé el sabor fuerte a suciedad de sus bragas, el aroma y sabor era familiar para mí.
Llego el momento de los otros dos objetos que me tenía intrigado.
- La correa es para sujetar tu cuello a este travesaño de tal manera que no puedas mover un centímetro tu rostro y cabeza. La máscara como es obvio es para colocarla en tu rostro y no tenga que ver tu cara de cerdo repugnante. – La señora llevó a cabo sus indicaciones y primero colocó la máscara de latex en mi cabeza, presionaba mi rostro el latex, por suerte para mi tenía un orificio en la nariz y otros dos pequeños orificios en los ojos, aunque disminuía considerablemente mi visibilidad. Una vez colocó la máscara que apretaba mi rostro colocó el collar de perro a mi cuello y colocó un candado entre la argolla y un orificio del poste. La situación ahora era terriblemente agónica, no podía mover un centímetro de mi cuerpo, no podía girar la cara ni moverla debido al collar apretado , la boca inflada por su mordaza bien rodeada de cinta americana y la máscara de latex aprisionando mi rostro.

- Te voy a castigar como deseabas, voy a ser terriblemente dura contigo. Como puedes comprobar no vas a ir a ninguna parte, estoy usando contigo este aparato ya que inmoviliza de una forma más eficaz. Deseo que estés completamente quieto a mi merced porque voy a usar contigo un látigo muy especial para mí. He tenido que amordazarte de una forma más dura esta vez, no quiero escuchar un solo gemido de dolor y alertes a los vecinos. Llora todo lo que quieras pero lo harás en silencio dentro de tu mascara. – MistressPain dirigió sus terribles palabras hacia mí intimidándome por completo.
Ahora no tenía gran visibilidad, estaba sujeto por el cuello pero pude observar como la señora regresó portando en su mano un pequeño látigo. En ese momento desconocía como se llamaba a ese tipo de látigos, pero puedo aseguraros que nunca se me olvidará el nombre. Era un Sjambok , un látigo corto trenzado grueso. Muchas tiras anudadas en una sola componían un látigo áspero y duro. La señora comenzó a tocar el látigo suavemente con la yema de su dedo mientras me miraba fijamente.
- ¡ Estaba deseando poder usar mi Sjambok ¡. Es un látigo bastante doloroso, causa un dolor insoportable. Vas a arrepentirte de haber deseado sea especialmente dura contigo. Ahora entenderás mis molestias en atarte y amordazarte tan duramente. Voy a azotarte hasta que me plazca, ya sabes cuál es tu palabra de seguridad……. Ahhhhh lastima no la hay….. Voy a enseñarte a ser obediente – La señora se situó tras de mí y escuché el silbido de su látigo blandiendo el aire para descargarlo en mi culo.
ZAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

La señora llevaba razón, el dolor que producía su sjambok era terrible. En pocos minutos empezaron a resbalar lágrimas por mi máscara de latex. La vieja señora comenzó a propinarme tandas de diez latigazos. Al terminar cada tanda se acerca a mí y recriminaba mi comportamiento. Llevaba 40 azotes duros y severos cuando la señora volvió a dirigirse hacia mí.
- Tengo una buena noticia y una mala para ti. La buena es que solo restan 10 azotes más. La mala…. Es que recibirás 50 azotes cada vez que entré en esta habitación. Va a ser una noche muy larga para ti, cada vez que regrese recibirás 5 tandas de diez latigazos cada una. No vas a poder escapar, me he asegurado de ello y tampoco vas a poder pedir ayuda o gritar, me esperaras pacientemente hasta que regrese y continúe tus tandas de latigazos. – La señora terminó de propinarme los ultimo diez severos azotes con su látigo y cumplió su promesa, siempre la cumplía, se marchó de la habitación dejándome allí encerrado.

A su regreso comprendí el significado de una palabra que hasta ahora no conocía: “Impotencia “ . Atado y amordazado observando como la señora se enfundaba de nuevo sus guantes y agarraba su Sjambok. Todas las victimas que había robado anteriormente no pudieron defenderse, vieron como se les arrebata sus recuerdos sin poder hacer nada. Esa situación la estaba viviendo en ese momento, no podía hacer absolutamente nada para evitar volviese a azotarme. Debía resignarme y aceptar iba a ser azotado duramente de nuevo.
Era la tercera vez que regresaba de nuevo mi señora al viejo sótano. Estaba siendo muy larga la noche, el tiempo se había detenido. Deseaba suplicar piedad y perdón, pero no era posible eficazmente amordazado. Mi culo estaba completamente magullado lleno de marcas y verdugones. La señora se disponía de nuevo a azotarme, nadie la iba a detener.
- ¿Ahora comprendes tu error? Me pediste fuese muy dura contigo. Es lo que va a suceder a partir de ahora. Cada cierto tiempo vendrás a mi casa, bajaremos a este sótano y en esta misma situación atado y amordazado te azotaré hasta romperte el culo. Es lo único que recibirás. Cada vez que vengas a mi casa las tandas serán más largas, iré aumentando el número de azotes. Vas a ser mi mejor esclavo, aguantaras el dolor que yo quiera. – La señora agarró de nuevo su látigo y comenzó de nuevo azotarme.
Su nueva tanda de azotes fue un castigo muy estricto, más bien insoportable, lleno de dolor. Lloraba dentro de mi mascara en silencio observando como la señora levantaba su látigo para volver a azotarme. Escuchaba el crujido de la goma de su guante agarrando el mango de Sjambok Aquella noche aprendí a respetarla por completo. La señora me quitó la máscara al terminar el castigo, retiró la cinta americana de mi boca y sacó sus grandes bragas de mi boca. Agarró mi pelo entre su guante de forma abrupta y me hablo en tono muy duro.

- ¿Sigues pensando que debo ser muy dura contigo, comprendes ahora tu error? – Me preguntó la señora. Estaba ofendida por haberla solicitado fuese muy dura conmigo cuando opté por mi decisión anteriormente, interpretó la había subestimado.

- Me lo merezco y lo deseo, señora. Quiero que sea muy dura conmigo y me enseñe disciplina – Contesté educadamente, no me arrepentía de mi decisión. Era volver a insistir en mi error una vez más.
Pensé que había terminado su castigo. Me refería a que quería siguiese siendo igualmente dura conmigo, pero no en ese preciso instante. Ya había aprendido la lección con sus latigazos. El castigo de hoy había sido muy duro y suficiente.
- ¿Quieres que siga azotándote? – Me pregunto.

- No, No señora. El castigo ha sido muy duro – La respondí dolorido.

- ¿Crees que tú decides cuando te castigo ?.... Otra nueva tanda de latigazos te enseñará a comprender la situación. – La señora pretendía azotarme de nuevo, estaba realmente dolorido y ella enojada. No había querido ofenderla.

- No ,No señora, suficiente, he aprendido la lección. No , No por favor señora hhhhmmmmgggmgm – comencé a suplicar una y otra vez hasta que dejé de hacerlo al encontrarme nuevamente sus bragas dentro de la boca. Agarró la cinta americana dispuesta a sellar mi boca de nuevo donde no se escuchase una sola palabra o sonido. Mientras me amordazaba comenzó a reprochar mi comportamiento enojada.

- ¿Te di permiso para hablar ?.... sigues desobedeciendo. – Me recriminó mientras terminaba de amordazarme.

La señora agarró de nuevo su látigo. Se detuvo un instante ya que llevaba los guantes caídos en sus brazos. Tiró del extremo de cada uno de los guantes hasta ajustarse sus dedos.
- Te lo advertí, no quiero reproches, solo obediencia…. Tendré que ser más estricta contigo para que lo comprendas, una nueva tanda de 50 latigazos te ayudará a comprender - . Me advirtió de forma cruel.
ZAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSS
Aquella noche no la olvidaré nunca, fue un castigo terrible. Fui azotado duramente a intervalos de tiempo, entraba y salía del sótano propinándome una severa lección con su Sjambok. Aquella noche nunca acababa, se hizo eterna. No pude moverme un milímetro y no pude quejarme, suplicar o gritar, solo recibir el dolor de su látigo en silencio sintiendo una impotencia increíble cada vez que levantaba de nuevo su brazo .
Continuara. Relato ya publicado en esta web.

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Licencia de Creative Commons

La abuela sádica.Historia de dolor. CAP 4 es un relato escrito por sumisso publicado el 10-10-2023 13:09:46 y bajo licencia de Creative Commons.

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