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Vacaciones con mi perra Lassi (II)
Escrito por Prometeo

El consolador estaba a baja potencia, quería que la tortura fuera dulce y placentera, porque ahora llegaba lo fuerte. Cogí la fusta y tras un leve giro de muñeca con ella en el aire, fui azotando su precioso y redondo culo blanco, dejándolo poco a poco de un color parecido al carmesí.

Ella constantemente producía leves quejidos de su garganta, pero sabía que le estaba gustando, por lo que para ayudarla un poco, aumenté la potencia del consolador. Le cogí del pelo, tiré de su cabeza hacia atrás, y acercando mis labios a su oído le dije:

- Puta, cuenta hasta diez azotes y después podrás correrte como una cerda.

Llegó el primero, el segundo, el tercero, el cuarto… y el último, fue el mas fuerte de todos, pero al llegar la fusta a su piel, ella tuvo un orgasmo tan intenso que por unos breves instantes tuve que sujetar su cuerpo para que no fuera directo a la cama. Estaba orgulloso de ella, había aguantado como una buena perra, por lo que obtuvo su recompensa.

Dejé que descansara por unos minutos, mientras quitaba el consolador de su culo y la mordaza de su boca, dejándolas de nuevo en la bolsa. Me acerqué a ella lentamente, observando mi obra en ella, ese culo tan rojo casi como el carmín, que había disfrutado tanto decorando. Le eché una crema sobre ello para aliviar la molestia que debía estar sintiendo, pero no quería que se acomodara demasiado, pues la noche todavía no había acabado.

Podía oír como su respiración se había calmado, por lo que ahora era el momento de volver a la carga, su cuerpo se había relajado y esperaba descansar. Abrí su culo con mis manos, viendo su coño palpitar todavía por la corrida, y su duelo dispuesto totalmente para mí.

Con mi polla completamente dura, la metí dentro de su coño, para acabar de lubricarla bien, con los restos de su orgasmo. Abrió la boca completamente mientras gemía con fuerza ante la sorpresa de mi polla dentro de su coño. La cogí por el pelo, tirando de su cabeza hacia atrás, y agarrando su cuello, empujé mi polla hasta el fondo de su coño.

No quedando satisfecho, empecé un vaivén sacando y metiendo mi polla casi por completo, provocando que ella gritara sus gemidos del placer que estaba sintiendo. ¡Qué coño tenía! Para mí era el mejor coño que había probado, su olor, su sabor, todo me encantaba, y como su Amo estoy muy orgulloso de ello.

Sin demasiado aviso, fui metiendo mi polla en su culo, que aunque todavía no estaba demasiado acostumbrado a mi tamaño, entraba sin demasiados problemas. Hice que girara su cuerpo hacia el espejo que estaba en uno de los laterales de la cama, para que pudiera ver la gran puta, perra, guarra y zorra que era, pero era toda mía y ella lo sabía.

Cogiendo sus brazos, y tirando de ellos hacia atrás, seguía follándola con bastante intensidad, y aunque al principio se le escuchaban pequeños quejidos de dolor, todo ello fue transformándose en un gran placer, unido a que se veía en el espejo como la perra que era.

Levanté un pie y lo apoyé sobre su cabeza para pegarla a la cama y que no se moviera, incluso le di unos azotes más, para marcar esa unión entre dolor y placer, que tanto nos gustaba a los dos.

- Córrete mi perra, disfruta de lo que tu Amo te da.

- Sí, Amo.

Su culo apretó mi polla firmemente indicando que se estaba corriendo, y sin querer aguantarlo más, me corrí dentro de ella, rellenando todo su culo con mi semen, dejándome completamente vacío.

Caí sobre su cuerpo desnudo, sin dejar caer todo mi peso, pues no quería aplastarla. Me levanté de la cama, y cogiéndola en brazos la llevé hasta la ducha, donde nos metimos y delicadamente la lavé todo el cuerpo, y después ella me lavó a mí.

Salimos de la ducha, y tras secarnos, la llevé hasta la cama, la metí en ella, y me acosté a su lado, abrazando su cuerpo y jugueteando con su rizado pelo hasta que los dos nos quedamos completamente dormidos.

A la mañana siguiente, nos despertamos, y lo primero, como todas las mañanas, inspeccioné su cuerpo estando ella en la posición de inspección.
Comprobé que todavía tenía el culo algo enrojecido, pero al tocarlo no hubo mucha respuesta de dolor, por lo que me quedé satisfecho con la inspección.

Hoy tocaba ir a la playa, pues por la tarde nos iríamos de nuevo a casa, ya que las vacaciones se habían acabado. Queríamos probar una playa nudista así que ella se puso un simple pareo para tapar su cuerpo y yo llevaba una camiseta y el bañador.

Bajamos al coche, y por el camino muchos se quedaban mirando el cuerpo de mi hembra, pues el pareo transparentaba parte de el, y marcaba bien sus pezones duros por la excitación de ser observada por tantos hombres, pero sabiendo que no la podían tocar porque era mía.

Tras el viaje en el coche, llegamos a la playa, no parecía haber mucha gente, por lo que le dije que dejara el pareo en el coche, que iría desnuda hasta la playa. Pusimos las toallas en la arena, y al ver su cuerpo desnudo, no pude resistir la tentación, por lo que al quitarme la ropa descubrió mi erección, y como buena perra, se puso delante de ella y de rodillas sacó la lengua esperando a que su Amo le diera de desayunar.

No me hice esperar, me encantaba cuando ponía en práctica todo aquello que la había enseñado por su propia iniciativa. Metiendo mi polla en su boca, dejé que disfrutara de ella durante un rato, pues sabía que le gustaba pasar su lengua por toda ella, y restregársela por la cara, para marcar el territorio de su Amo.

Se metió los huevos en la boca y los estuvo succionando por largo rato, para después pasar su lengua de abajo a arriba, y meterse la polla en la boca. Sorprendido, vi como por primera vez ella se metió mi polla por completo en la boca, hasta el final, y que aguantaba unas cuantas arcadas antes de sacarla y dejar gotear sus babas por su cuerpo.

La gente al pasar nos miraba, pero a mí me daba igual, y ella estaba tan absorta en mi polla que no se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

- Amo, por favor, fólleme la boca como ayer, se lo suplico.

- Veo que hoy estás muy deseosa perra.

- Sí Amo, por favor.

Sin hacerla esperar más a mi polla y a mi perra, se la metí en la boca, poniendo mis manos en su cabeza, y moviendo mis caderas con fuerza y rapidez, para poder entrar lo máximo en su boca. A veces la dejaba respirar, e incluso se le saltó alguna lágrima por el esfuerzo, pero me encantaba ver todo su cuerpo bañado por sus babas, que se iban cayendo por la follada de boca que le estaba dando.

Sabía que el orgasmo me llegaba, y queriendo marcar una vez más a mi perra, ante todas aquellas personas que se quedaban de vez en cuando mirándonos, saqué mi polla de su boca y le eché mi semen por toda su cara.

- Ni se te ocurra limpiártelo mi perra gorrina.

- No Amo, sabe que no se me ocurriría.

Pasamos el resto de la mañana en la playa, y por la tarde empezamos nuestro viaje a casa, que quizás algún día lo cuente, pues fue bastante entretenido.


Licencia de Creative Commons

Vacaciones con mi perra Lassi (II) es un relato escrito por Prometeo publicado el 19-04-2021 22:26:53 y bajo licencia de Creative Commons.

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