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La tía Elizabeth Parte III (disciplina doméstica)
Escrito por sumisso

Los nervios se habían tranquilizado con el paso de los días. En realidad, era un fantasma deambulando por la casa, mi madre apenas me hablaba y mi tía no me daba ninguna orden, de momento no la importaba mi comportamiento, había pospuesto mi disciplina para la temporada que iba a pasar en su casa durante el verano. Mi último comportamiento había sido detestable, pero todavía no había tocado techo, llevaba en la sangre ser un delincuente.

Mi madre trabajaba casi todo el día y mi tía Elizabeth limpiaba y cocinaba. Al no darme ordenes yo no ayudaba nada en casa, había retrocedido, antes ayudaba pero ahora me encontraba en la misma situación de partida. Me creía el rey del mundo y que era intocable. Aunque mi tía no me daba órdenes si me intimidaba a menudo, aprovechaba la mínima ocasión para hacerlo: Recuerdo una de las muchas veces que me crucé con ella en el pasillo, yo iba al baño y ella como siempre limpiando con sus guantes de goma rosas. Mi tía se paró frente a mí, me miró fijamente y me hablo con un tono muy serio:

- En una semana te vienes a mi casa una temporada a pasar lo que queda de verano. Tu madre está de acuerdo. Te prometo que se van a acabar tus chulerías, faltas de respeto, tu desobediencia… Obedecerás te lo aseguro, si no lo haces vas a conocerme de verdad, puedo castigarte día y noche. – Me amenazó en una de las ocasiones. Me asustó de verdad, ya iba conociéndola y sabiendo de lo que era capaz.


En otra ocasión me miró de nuevo feamente, sacó del bolsillo sus guantes rosas y simplemente me los enseñó sin enfundárselos:

- Vas a aprender a obedecer y ser un hombre de verdad. Vamos a estar tú y yo solos en mi casa, si tengo que romperte el cinturón contra tu culo, lo haré, te lo prometo, las veces que sean necesarias. No te imaginas lo doloroso que puede ser que te azoten una y otra vez y te aseguro que no dirás ni una sola palabra amordazado - Me amenazó nuevamente. Empezaba a asustarme. ¿lo decía para intimidarme o de verdad era tan estricta como me indicaba? Pronto lo averiguaría.

Llegó el día tan esperado o quizás el que no deseaba, pero no tenía más remedio. Cargué con las dos maletas de mi tía, más la mía. Mi madre nos dejó en la estación y cogimos un tren de larga distancia hasta el pueblo donde residía mi tía. Desde el principio la presión fue asfixiante, no me dejó sepárame de ella ni un solo segundo. Iba sentada a mi lado en el tren y no me dejó ni moverme. Intenté ir al bar del tren a tomar algo de alcohol, ya que lo necesitaba y ella no me dejo.

Llegamos a su casa, quedé impresionado, era una casa de pueblo rustica a pie de calle, pero muy grande. Entramos en su casa y lo primero que hizo tras cerrar la puerta, fue cerrarla con llave y guardarse las llaves en su bolsillo. No dije una sola palabra, mi tía leyó mi pensamiento, me preguntaba ¿porque cerraba con llave y se las guardaba?

- Olvídate de salir de casa sin mi permiso. Saldrás cuando yo lo desee y te lo merezcas. – Sentenció sin lugar a replicas.


Estaba encerrado en una casa muy grande con mi tía. La casa tenía varias habitaciones, una cocina muy grande, un baño, un patio exterior situado en la parte de atrás donde había muchas plantas y una puerta que daba al sótano que estaba cerrada ya que guardaba muchos muebles antiguos de herencia familiar. Todas las ventanas tenían barrotes, ya que al estar situada la casa en un bajo estaban como medida de protección frente a robos. No había salida, la puerta cerrada con llave y las ventanas con barrotes.


Los primero días comencé a sentir el aliento de mi tía en mi nuca, bien pegada, no se separaba de mí. No me había castigado, pero no dejaba de darme órdenes y aprovechaba cualquier ocasión para humillarme. Todo el daño que había hecho, ahora lo iba a recibir. Limpiamos la casa sin descanso durante un día entero. No paraba de darme órdenes y comprobaba que mi parte la había hecho bien. Estaba agotado de tanto limpiar, necesitaba salir, pero no podía, me conformaba con ir al baño y fumar un cigarro a escondidas. Mientras fumaba me di cuenta que la pequeña ventana del baño no tenía barrotes, era muy pequeña, lo justo para salir por ella con dificultad. Si alguien entraba a robar, no podría llevarse nada por esa pequeña ventana. Encontré un punto débil en la casa, era un delincuente y ya tenía experiencia para observar los detalles.

La parte positiva fue que descubría ventana, la parte negativa fue que mi tía olfateó el olor a tabaco y me descubrió.

- A partir de ahora si quieres ir al baño me pedirás permiso – Me ordeno. Así lo hice y ella me acompaño y se quedaba observando con la puerta abierta vigilándome. Ahora no podía ni fumar.

Al día siguiente, tras estar todo el día anterior limpiando la casa. Mi tía Elizabeth me dijo que iríamos a la piscina del pueblo. En un principio parecía un buen plan, pero no lo era. A ningún joven le gusta estar con su tía y sus amigas en la piscina. Estaba rodeado de señoras mayores. No paraban de hablar y yo al lado sin poder separarme de ellas, como si fuese un niño pequeño. Incluso cuando mi tía bue a bañarse a la piscina me ordenó que fuese con ella. Dentro del agua, me dio un pequeño aviso. Se acercó a mí y metió la mano por detrás de mi pantalón, agarró mis huevos y los retorció duramente. En la piscina nadie se dio cuenta, ella era bastante inteligente.

- Vuelve a decir una impertinencia y te arranco los huevos. Compórtate educadamente con mis amigas – Me recriminó a la vez que me retorcía los testículos bajo el agua provocándome un daño intenso.

No todo fue negativo ese día en la piscina. A unos metros donde estábamos, había un grupo de jóvenes de mi edad, no pararan de reír y bromear. Me fije en ellos y en especial es una chica rubia con el pelo largo. Conquistó mi corazón esa chica, era guapísima. En otras circunstancias me hubiera acercado a hablar con ella, pero ahora estaba con mi tía que no dejaba de vigiarme y sus odiosas amigas. Me pasé la mañana mirando a esa chica fijamente.

Ese día llegamos a casa y mi tía me llamó desde el patio exterior de la parte trasera. Obedecí y fui hasta ella. Me encontré a mi tía con una manguera entre sus manos y a la vez enfundándose unos guantes de goma de color amarillos claros en sus manos.

- Desde que hemos llegado, no te he visto ducharte.¡¡ desnúdate y colocaré ahí ¡¡ - Me ordeno. Lleno de vergüenza porque me viese desnudo me coloque en el centro del patio. Encendió la manguera y empezó a limpiarme con agua fría. Era verano, pero aúna sí estaba fría el agua. Yo me restregaba con jabón y ella continuaba apuntándome con la manguera. Se acercó hasta a mí y noté como acercó su guante de goma a mi culo. Me restregó e intentó meterme un dedo de goma en el ano para limpiarlo. Me quejé por el dolor y me aparté. Ella me agarró y noté como volvió a intentar introducir el dedo enguantado en mi ano.

- ¡¡ Estate quieto ¡¡ - . gritó enfurecida y metió su dedo fuertemente y profundamente en mi ano. Sentí un gran dolor y humillación, pero no tuve más remedio que aguantar, no quería enfadarla.

- A partir de ahora, te bañaras tu solito con la manguera todos los días. Si no lo haces tendré que enseñarte yo – Me dijo con el dedo dentro de mi culo provocándome un gran dolor.

- Ahora de cuclillas, no he terminado – Me ordeno mientras me puse de cuclillas con las piernas abiertas. Se agachó y volvió a meter su dedo enfundado en su guante en mi culo.

- Ahhhhhhhhhh – Me quejé, pero a ella no la importó. Sacó su dedo y volvió a introducirlo.

- Espero que cuides tu aseo diario, sino tendremos que volver aquí a hacerlo de esta forma - Me recriminó para que no se me olvidara.


Esta fue una de sus humillaciones, pero hubo muchas. Todos los días preparaba verduras de primer plato para comer. Era conocedora que las detestaba. Ya sabía sus instrucciones, o las comía yo solo o me las introducía en la boca con sus guantes de goma y eso era mucho peor ya que me tapaba la nariz y metía verduras en la boca y no me soltaba la nariz hasta que tragaba. No deseaba enfurecerla, así que comí todo yo solo bajo su atenta mirada. Ella sonreía mirándome fijamente con sus guantes en el bolsillo preparados por si era necesario enfundárselos.

Al día siguiente tras volver de la piscina de nuevo y cumplir sus órdenes por completo me duché yo solo con la manguera, comí sus verduras e hice todas mis labores domésticas. Estaba completamente obediente, no quería provocar su furia y ser castigado. Durante la tarde hubo una nueva labor en toda mi amplia gama de ordenes que debía cumplir. Mi tía Elizabeth se preocupó de comprar unos libros para niños, yo apenas me defendía leyendo y escribiendo, abandoné los estudios muy pronto debido a mi rebeldía y era un analfabeto, además de delincuente. Me prestó un libro y me dijo que luego regresaría a preguntarme cosas sobre el libro. Cogí el libro y me costaba mucho leer, y eso que era para niños. Al final lo tiré a un lado de la habitación sin hacerle caso. Cuando regresó mi tía agarró el libro y me hizo unas preguntas sobre su contenido, por supuesto que no sabía contestar ninguna, no me había molestado en intentar leerlo. Mi tía sacó sus famosos guantes de goma y agarró una regla de madera. Me azotó la palma de las manos con la regla, 10 azotes por cada pregunta que no respondí. Me dejó las manos doloridas.

- A partir de hoy esta será tu nueva tarea. Leerás, ¡¡no puedes ser un analfabeto¡¡Te haré unas preguntas, si no las aciertas serán 10 azotes en las palmas de las manos, al día siguiente serán 20 por cada pregunta y se irán duplicando, aprenderás te lo prometo - Me dijo seriamente añadiendo una nueva tarea a la interminable lista


Mi tía decidió que iríamos a la plaza del pueblo por la tarde- noche ya que daban una fiesta de verano. No me apetecía en absoluto, me dolían las manos y con mi tía a lado no podría tomar alcohol. Se puso preciosa, a pesar de ser una mujer muy corpulenta, de gran tamaño y bastante peso, se vistió con un vestido negro de tirantes y unas sandalias de tacón fino. Era la primera vez que la veía así de guapa, pero eso no cambiaba nada, no quería ir a ninguna fiesta con ella.

Tal como preveía la fiesta fue un fiasco para mí. Todo el mundo se lo pasaba bien menos yo, al lado de mi tía. Se me alegró la noche cuando volví a ver a aquel grupo de jóvenes que habían estado en la piscina. Busqué con la mirada a la chica del pelo rubio y ¡¡ allí estaba ¡¡ , mi corazón se aceleró. Se estaba divirtiendo con su grupo de amigos y yo parado al lado de mi tía como un pasmarote sin poder hacer nada, solo poner buena cara delante de sus amigas si no quería que me retorciesen los huevos.

Regresamos a casa y el diablo que llevo dentro se asomó por encima de mi hombro. Me dio la gran idea de que una vez que mi tía se fuese a dormir, saltase por la ventana del baño y volviese a la fiesta para hablar con aquella chica tan guapa del pelo largo. Así lo hice, nunca me ha dado miedo nada, no iba a enterarse mi tía, regresaría lo antes posible. Tras saltar con dificultad por la ventana del baño subiéndome al wc, volví a la fiesta. Llevaba conmigo un dinero que me había dado mi madre antes de marcharme. Volví a sentirme el joven de antes, fui a la barra y me pedí una copa, la bebí de un trago y me pedí otra más. Me acerque hasta la chica rubia y comenzamos a hablar, al principio todo muy bien, hasta que fui de nuevo a la barra, me tome una copa y otra, pronto dejé de ser yo, ahora el delincuente que siempre me perseguía. La conversación agradable con la chica fue a peor, comencé a decir groserías y faltarla al respeto. Ella se enojó y me lo recriminó, y yo saque el delincuente de barrio que habitaba dentro de mí, dije literalmente:

- Tu necesitas que alguien te folle duramente puta - Comencé a reírme. La chica se escandalizó y pronto vinieron sus amigos en su ayuda. El primer amigo se llevo un buen puñetazo y el segundo recibió de lo mismo. Ellos eran jóvenes educados y responsables, no estaban acostumbrados a tanta violencia. Les dí su merecido. Antes de que fuera a peor la escena, salí corriendo a casa, volví a entrar por la ventana del baño y fui a mi habitación. Mi tía no se había enterado, había salido airoso esa noche, pero no fue como yo había planeado con la chica rubia entre mis brazos.

Al día siguiente yo estaba preparando el desayuno, cuando llamaron a la puerta. Mi tía abrió y se encontró al agente encargado de la seguridad del pueblo. Le contó todo lo sucedido esa misma noche. Le contó lo que había dicho a la pobre chica y lo que hice a sus amigos. El agente decidió no tomar represalias debido a la reputación de mi tía y los donativos que realizaba al pueblo. Los chicos se pondrían bien ya que eran heridas leves y no era necesario tomar medidas judiciales, pero advirtió a mi tía que debía corregir a el comportamiento de su sobrino.

- Gracias agente, no se preocupe que yo me encargaré – Dijo mi tía llena de vergüenza e ira.

Cerró la puerta y comenzó a gritar poseída dentro de la casa, empezó a llamarme y recriminar lo que había hecho esa noche, como la había engañado y como me había comportado. Me había vuelto a superar, este problema era mayor que todos los anteriores, no tenía fin, ahora ya utilizaba la violencia y asustaba a las chicas. Gritando abrió la puerta que siempre había estado cerrada con llave donde guardaba muebles familiares. Me ordenó que cruzara la puerta. Entré al interior y tras bajar unos peldaños, entré en un sótano situado en una planta inferior. Allí no había muebles antiguos, era un sótano muy extraño con artefactos y enseres desconocidos para mí. La mayoría de los objetos no los había visto antes, pero si identificaba que había correas, látigos, cadenas, una jaula de tamaño medio de barrotes, unas botas muy altas de tacón de una talla enorme…. En aquellos tiempos no existía la película de las 50 sombras de grey, así que desconocía que era aquello. Ni mucho menos era una mazmorra preparada, era un sótano improvisado viejo con instrumentos de castigo.

¿Era o había sido mi tía Elizabeth una dominatrix? Había muchas cosas que no sabía de ella. En aquel momento no sabía la verdad, pero hoy sí. Puedo aseguraros de que la historia es realmente increíble, un pasado muy intenso con mi difunto tío que era su esclavo. En otra ocasión os la contaré si lo deseáis. Sea como fuere mi tía Elizabeth, entro en el sótano enrabietada y enfurecida gritando. Me ordenó que me desnudará. Obedecí y me volvió a ordenar que me colocará sobre un artefacto que parecía un andamio pequeño, en realidad era un caballete metálico. Una especie de potro con cuatro patas y muchas barras cruzando horizontalmente a las patas metálicas. Me coloqué frente al caballete sin saber cómo debía situarme, giré la vista y observé como mi tía se enfundaba unos guantes de goma amarillos en sus manos hasta los codos. Era conocedor que aquello solo lo hacía cuando la situación iba a ponerse tensa para castigarme.

- Ahora vas a comprender de verdad lo que es ser castigado. Te lo advertí, pero no me hiciste caso. Aquí estamos solos tu y yo. Vas a arrepentirte te lo prometo – Me dijo furiosa mientras terminaba de enfundarse los apretados guantes de goma en sus manos y brazos.

Me colocó sobre el regazo del caballete y llevo mis manos a las patas delanteras y mis pies a las patas traseras. Ató mis pies y manos con varias cuerdas a los barrotes del caballete. Quedé atado por completo sobre el caballete sin poder moverme. Me ató duramente con fuerza debido a su enfado. Comprobé que no podía moverme, estaba atado a conciencia a las patas del potro de metal, no podría escapar. Agarró un pequeño objeto y lo colocó por la parte de atrás de mis testículos entre mi culo. Desconocía que pretendía, pero pronto lo averigüe. El pequeño objeto se cerraba a modo de presa y atenazaba mis testículos, a medida que lo cerraba cada vez apretaba mas y el dolor aumentaba. Continuó cerrándolo más y más. Lo apretó con dureza, de tal forma que me apretaba los huevos duramente:

- Ahhhhh, está muy apretado – La recriminé quejándome.

La tía Elizabeth se acercó a mi rostro, deslizó sus bragas por sus piernas y las agarró entre sus manos enguantadas. Cerró mi nariz con su mano derecha y al abrir la boca introdujo sus grandes bragas en mi boca. No entraban ya que eran muy grandes, pero lo solucionó con la fuerza bruta, las presionó con la yema de sus guantes hasta que entraron por completo. Tapó mi boca con su mano para que no pudiese escupirlas mientras deslizo su mano hasta un armario donde había una tela. Me envolvió la boca con una tela elástica mi boca y comenzó a darla vueltas sobre mi cabeza una y otra vez. Quedó muy apretada la mordaza, agarró un rollo de cinta americana y comenzó a sujetar la tela elástica dando vueltas sobre mi boca y mi cabeza. Me amordazó duramente, de tal forma que la tela y la cinta ejercían una gran presión en mi boca, era imposible pudiese escupir la mordaza y pronto averigüé que tampoco podía emitir sonido alguno. Estaba completamente amordazado con sus bragas sucias en mi boca sin tener la menor posibilidad de escupirlas.

- ¡¡Así calladito ¡¡ , Ahora no podrá escucharte nadie, ni te salvará tu mama, estúpido . ¡¡ Voy a castigarte como te mereces ¡¡- Me dijo mientras cortaba con sus dientes el extremo de la cinta americana para terminar de sellar mi boca.

La tía Elizabeth se situó tras de mi de nuevo y volvió a agarrar el objeto pequeño que atenazaba mis testículos, sus dedos enguantados apretaron un poco mas y sentí una presión muy fuerte. ¡¡Ahora si me dolían los testículos de verdad, ¡¡ el dolor era muy fuerte. Desconocía si realmente quería hacerme tanto daño o se había sobrepasado sin darse cuenta aprisionando la presa en mis testículos. Indistintamente no tenía forma de pregúntaselo, no podía hablar, solo recibía un dolor muy fuerte en mis huevos y no había forma de suplicar. El dolor era muy intenso, quería advertirla que lo había aprisionado demasiado, pero pronto comprendí que no era así, era su objetivo, causar un dolor terrible sin poder quejarme.

- Ahora te voy a azotar como te mereces, estúpido. Va a ser el día mas largo de toda tu vida. Te azotaré cuando me plazca…. Por la mañana…. Por la tarde …. Por la noche…. – Me dijo furiosa sin poder quejarme ni gritar. No podía emitir sonido alguno dentro de mi sucia mordaza.

- Tus lloriqueos no te van a salvar. Llegará un momento que te quedes sin lagrimas de tanto dolor. Te azotaré una y otra vez y esta vez no te salvará nadie. – Me recriminó llena de ira mientras agarraba una correa de cuero y la envolvía entre su mano enguantada.

Llevaba razón, mi tía nunca mentía o prometía algo que no cumplía. Me azotó una y otra vez, a lo largo del día. Se marchaba del sótano y me dejaba allí atado y amordazado sobre el caballete metálico durante horas. Regresaba, se enfundaba de nuevo sus guantes y continuaba azotándome. Mis lagrimas resbalaban por mis ojos, pero a ella no la importó.

Tenía el culo magullado, morado y herido. El dolor era muy intenso y mis testículos recibían una presión muy fuerte. Se detuvo y se acercó hasta la jaula de tamaño medio que había en un lado de la habitación. La señaló con la punta de su guante de goma.

- ¿Ves esta jaula? Vuelve a escaparte y te encerraré dentro de ella un día entero. ¡¡El día puede hacerse eterno¡¡.No solo te encerraré en ella, sino que te esposaré dentro de ella, te apretaré un cepo a los testículos mucho más fuerte que ahora , colocaré unas pinzas metálicas muy apretadas a tus pezones y te introduciré un pene de goma enorme dentro de tu culo que no podrás expulsar. Será una auténtica pesadilla pasar el día así. Lloraras y desearas que venga tu mamaíta a salvarte, pero ella no estará aquí, nadie podrá ayudarte, nadie te escuchará con la boca rellena con una buena mordaza bien apretada con cinta americana . Dame un solo motivo y lo haré estúpido. – Me recriminó furiosa. ¿Hablaba en serio sobre lo de la jaula? Me intimidó como nunca antes lo había hecho. Creía que el castigo que estaba recibiendo hoy podría ser el peor, pero estaba equivocado, el castigo de la jaula podría ser terrible.

La tía Elizabeth regreso de nuevo con un objeto entre sus manos enguantadas. Comprobé que era un pene de goma. Quedé aterrado

- Dijiste a aquella chica “te voy a follar duramente “. Te voy a enseñar a respetar a las mujeres. Mañana vas a llevar este pene dentro de tu culo. No desearas decir nunca más eso a una mujer. Las trataras educadamente – continuó recriminado mi comportamiento.

El castigo fue realmente duro tanto ese día encerrado en el sótano sobre el caballete como el día posterior donde me fue recordando todas las normas y sus correspondientes castigos. Daba igual que lo cumpliese sus múltiples normas o no, ella se encargó de recordármelas castigándome. Me hizo limpiar la casa entera sin descanso, me alimentó con sus verduras y sus guantes sucios, me duchó con la manguera introduciendo su dedo en mi ano, y cumplió lo prometido, insertó en mi culo un pene de goma y lo ajustó con unas braguitas de plástico muy ajustadas que impedían pudiese quitármelo. Las braguitas rosas de plástico sen ajustaban a la cintura y mantenían el pene de goma dentro de culo. En la parte trasera llevaban unas tiras que se anudaban, tras hacer un fuerte nudo impidió pudiese quitármelas y por tanto el pene introducido. Era muy incomodo y si hacía movimientos bruscos doloroso, trataba de concentrarme en mi lectura diaria pero era imposible, mientras la tía Elizabeth aumentaba los reglazos en la manos por no entender lo que leía.

- Tía Elizabeth, puedes quitarme ya el pene, me hace daño - La pedí una y mil veces.

- Ya me los has pedido mas de 20 veces esta tarde. Vas a dormir con el metido en tu culo, así aprenderás. Sigue lloriqueando y preguntándome y tampoco te lo quitaré mañana. - me reprocho por ser tan pesado insistiendo que me quitara el pene que violaba mi culo sin descanso. No tuve mas remedio que dormir con él, mi tía cumplía siempre lo prometido, nunca faltaba a su palabra para bien o para mal.

Después de aquellos dos días de castigo continuo, todo mejoró, fue mi punto de inflexión. Comencé a obedecer a mi tía, a realizar todas mis tareas con ímpetu. No volví a meterme en problemas graves, cometía errores, pero no de gran importancia. Incluso comencé a hablar con mi tía, empecé a conocerla, manteníamos pequeñas conversaciones, algo que antes no habíamos hecho antes.

Solo quedaban unos días para mi vuelta a la ciudad a mi casa original con mi madre. Aquella mañana fuimos a la piscina como de costumbre tras realizar nuestras tareas diarias. Me empezaba a convertir en otra persona, mas agradable, educado…. Incluso hablaba con las amigas de mi tía en la piscina. Una de sus amigas, la señora Marga, le dijo a mi tía:

- ¿Vas a apuntar al joven al próximo curso?, siempre sobran plazas, podría sacarse los estudios elementales. Aquí en el pueblo, no importa la edad, podría estudiar y sacarse la formación básica. – Le insinuó a mi tía.

- No. En unos días se marcha a su casa. Estará deseando marcharse – La respondió con una sonrisa.

- Es una lástima, porque aquí podría estudiar, recuperar el tiempo perdido de su juventud delictiva. Además, podría trabajar, estoy buscando a un joven que lleve el reparto a domicilio de la tienda. El joven que tenía contratado se marcha a la ciudad a la universidad y queda la plaza libre. – Continuó la conversación entre mi tía y la Señora Marga, dueña de una tienda de alimentación del pueblo.


Ese día quedé pensativo. Solo quedaban dos días y volvería a mi casa. Comencé a pensar una y otra vez sobre las palabras de la Señora Marga. Pensaba que dentro de dos días volvería a la ciudad y allí me esperarían todas mis amistades delictivas. Irían a buscarme y llamarme todos los días, nos meteríamos en toda clase de problemas. Haría el vago todo el día y estaría cuando no fumado o borracho. Acabaría tirado en la calle o en la cárcel. Sin embargo, aquí tenía una oportunidad. Ir a la escuela, ya era un joven crecido y adulto, pero me esforzaría por recuperar todo el tiempo perdido. Trabajaría en la tienda de la señora Marga ganado un dinero extra. Tendría mis labores diarias en casa y mi tía vigilando que las cumpliese. El futuro era prometedor, en la ciudad no tenía futuro. Pasé toda la noche casi sin dormir pensándolo y tomé una decisión.

A la mañana siguiente me acerqué a mi tía. La dije que tenía algo que contarla. Ella me escuchó atentamente.

- Me gustaría quedarme a vivir aquí durante mas tiempo. Podría estudiar y trabajar a la vez. No me gustaría volver a la ciudad. Podría ir a visitar a mi madre a menudo y ella venir cuando quisiera- La tía Elizabeth frunció el ceño extrañada. Fue el momento en que se dio cuenta que me había cambiado, ahora si era otra persona. Lo empezaba a conseguir, podía tener un buen futuro por delante, ser un hombre de verdad.


- ¿Estás seguro? Si es tu decisión. Llamaré a tu madre y se lo explicaré, la daré una gran alegría. ¡¡ comienzas a cambiar, a ser otra persona y no el delincuente que conocí ¡¡ . Eso sí he de advertirte, que no permitiré que abandones tus tareas. Estudiaras, trabajaras y cumplirás todas las ordenes y tareas diarias asignadas. Sino lo haces…. - . Me advirtió mi tía, se notaba que estaba orgullosa por primera vez de mí. Realizó un gesto muy repetitivo en ella, sabía que iba a hacerlo, comenzaba a conocer a mi tía a la perfección:Sacó sus guantes de goma del bolsillo y me los mostro. Era su típica advertencia, si se los enfundaba en sus manos ya no había vuelta atrás, sería castigado. Esbocé una sonrisa, era su advertencia a que debería cumplir sus normas en su casa.

Había tomado la decisión correcta. Era la conversación mas larga que había tenido con mi tía desde que la conocí. Aproveché la ocasión para preguntarla algo que me daba vueltas desde hace días:

- Tía Elizabeth, me gustaría preguntarte una cosa. Durante mi ultimo castigo amenazaste con meterme en una jaula y castigos muy duros. ¿era verdad o solo para asustarme? . La pregunté la duda que merodeaba mi cabeza.

- ¿Alguna vez no he cumplido lo prometido? Por supuesto que es verdad. Vuelve a meterte en un lio importante y lo comprobaras. Te prometo que, si eso sucede, no volverás a desear enojarme nunca más. Puedo tenerte un día encerrado en la jaula, esposado, amordazado y te castigaría duramente. Tus llantos no servirían de nada ante el dolor que sufrirías. Saldrías completamente manso al día siguiente. - me respondió sujetando sus guantes por su extremo entre sus manos aumentando mi temor.

Había tomado la decisión correcta. Deseaba vivir con mi tía y tener un propósito en la vida. Comenzaba a enamorarme de ella, era la única mujer que me había echo cambiar, debido a su autoridad, dureza e incluso crueldad. Algo que comenzaba a gustarme demasiado, no comprendía mis sentimientos hacia ella, necesita que fuera realmente estricta conmigo. Adoraba su carácter y sobre cuando se enfundaba sus guantes de goma para humillarme o castigarme.

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La tía Elizabeth Parte III (disciplina doméstica) es un relato escrito por sumisso publicado el 25-08-2022 00:00:00 y bajo licencia de Creative Commons.

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