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La tía elizabeth.Parte II disciplina doméstica
Escrito por sumisso

La tía Elizabeth se hizo dueña de la casa en muy pocos días. Ahora regían sus normas que todos debíamos cumplir, incluido ella. Mi madre tenía asignadas sus tareas, mi tía realizaba muchas diarias, ya que es una adicta a la limpieza y al orden, y yo tenía las mías a regañadientes pero que no tenía mas remedio que cumplir.

Tras el duro castigo recibido por parte de la tía Elizabeth, comencé a comportarme obedientemente y con mucho cuidado de cometer errores. Había pasado unos días con el culo completamente dolorido y no decir que apenas podía andar por el dolor de testículos, los estrujó sin piedad a sabiendas del dolor que ello producía y las secuelas durante unos días que ello conllevaba. Los días posteriores a mi azotaina tuve mucho cuidado en no contravenir sus órdenes, hice todo cuanto me pedía mi tía. Me ordenaba limpiar mi habitación, fregar el baño, poner la mesa, fregar los platos, ordenar, colocar.... mil cosas diarias que no me apetecían en absoluto realizarlas, pero no tenía más remedio ya que podría volver a enfadarla.

Al principio no fue fácil, ya que yo no había limpiado nada nunca antes. El día que tenía asignado limpiar el baño, fue un desastre, ni sabía ni ponía mucho ímpetu, pero ya estaba mi tía para enseñarme y supervisar que lo hiciese correctamente. Se enfundaba sus guantes de goma rosas y me indicaba como limpiar cada milímetro del baño o la cocina, depende la tarea asignada. Se quedaba a un lado mirando con los brazos en jarras observando como lo hacía y regañándome si era necesario. Mi tía se sentía poderosa observándome, como la obedecía y el temor que me causaba. El delincuente se había convertido en una criada de las tareas del hogar. El alguna ocasión agarraba el cinturón entre su mano enguantada y me observaba con una sonrisa en su rostro para que hiciese correctamente mis tareas.

- Has olvidado lo que te ocurrió la última vez, te advertí que si tengo que volver a hacerlo será mucho peor, solo fue un anticipo de lo que te puede suceder - Me amenazaba sin el más mínimo síntoma de broma

Otro habito que cambió en mi casa fue la alimentación. Antes mi madre no tenía tiempo de cocinar y yo comía cualquier tipo de comida basura instantánea, una hamburguesa, una pizza, un bocadillo…. Mi tía empezó a cocinar y elaboró un plan para llevar una dieta equilibrada. Entre esa dieta había un mínimo de 2 días a la semana verduras. Yo odiaba las verduras, eran prohibitivas para mí. El primer día que las puso encima de la mesa, me negué a comerlas, como si fuera un niño pequeño. Una cosa era hacer tareas y otra comer lo que ella deseara.

- No pienso comer esa basura – Aparté el plato y me dispuse a levantarme de la mesa.



- Ohhh claro que vas a comer tus verduras que he preparado. Ni se te ocurra levantarte de la mesa – Me amenazó mientras ella comenzó a retirar su plato.

Pasó al menos media hora y seguí mirando las verduras como un niño. No iba a comerlas. ¡¡Ya se cansaría mi tía de esperar ¡¡. No fue así, al final acabé con su paciencia.

- Bien, has vuelto a desbecerre. Te las comerás por las malas, así aprenderás a obedecerme-. Me dijo mientras sacaba sus sucios guantes del bolsillo de su bata y comenzaba a enfundárselos en sus manos.

Agarró una silla y la colocó frente a la mía, bien pegadas ambas sillas. Metió su mano enguantada en el plato de verduras y agarró un buen puñado, lo llevó hasta mi boca y lo introdujo. Me sentí completamente humillado, las verduras las odiaba, pero el sabor de sus guantes sucios los odiaba aún más, estaban pringosos y sucios y los introdujo en mi boca repletos de comida.

Repitió el mismo procedimiento. Volvió a agarrar otro puñado de verdura y fue a introducirlo en mi boca. Esta vez me negué y agarré su muñeca enguantada para detenerla. La tía Elizabeth se enfadó mucho, me soltó dos terribles guantazos de izquierda a derecha en mi rostro. La goma de su guante se estrelló en mi cara produciendo un gran PLAAAAFFFF PLAAAFFFFF. Me ardía la cara del impacto de su goma en mi cara.

- ¡¡Ni se te ocurra volver a tocarme¡¡, hazlo y voy a por las esposas - me dijo furiosa. No tuve más remedio que abrir la boca una y otra vez mientras ella introducía sus guantes apestosos llenos de verduras en mi boca. Terminé de comer el plato y volvió a rellenar el plato de nuevo.

-

- ¡¡ A partir de ahora va a ser así.¡¡ . ¡¡ o comes tu solo lo que prepare o me pongo los guantes y te doy ración doble¡ Tengo mucha paciencia, si tengo que hacerlo todos los días, ¡¡ lo haré¡¡ . Da gracias que es la primera vez, la siguiente no seré tan delicada, si es necesario te introduciré las verduras hasta la garganta con mis guantes. - No tuve más remedio que comer otro nuevo plato de verduras de sus manos enguantadas mientas ella se burlaba de mí.

Ese mismo día tuve un extraño sentimiento. Me humilló con sus guantes, pero en mi interior algo había cambiado, me había gustado. Una extraña sensación difícil de explicar, no me gustan sus guantes, pero a la vez me gustan. Fue la primera vez que noté que empezaba a cambiar, a sentir algo por mi tía y sus guantes. Me gustaba me humillara con sus guantes de goma sucios, pero todavía no lo asimilaba ni reconocía. Mas adelante tuvimos otro encuentro en la hora de la comida y tal como prometió no fue tan delicada, esta vez sí fui esposado y me hizo tragar todo, fue tremendamente humillante y aclaré mis sentimientos, pero ese es otro relato que con mucho gusto les contaré en otra ocasión.

Necesitaba salir de casa, tener mi libertad, recuperar mi vida en donde hacía lo que quisiese, volver con mis amigos, beber, fumar….meterme en mil problemas, ser yo. Estaba presionado dentro de la casa bajo la supervisión de un sargento que era mi tía. No tuve que pensar ningún plan para recuperar mi libertad, todo llego solo, el destino me había escuchado.

Una de las tardes que llegue a casa, mi madre y mi tía me dijeron que querían hablar conmigo. Nos sentamos cómodamente en el salón y me explicaron:

- Te hemos encontrado una escuela de oficios, aprenderás fontanería, electricidad, albañilería...... Dejaras de vivir de la sopa boba en casa, dejaras de vaguear, ya tienes edad, aprenderás a ganarte la vida por ti mismo. Espero que no nos defraudes ya que es muy caro el taller y vamos a hacer un gran esfuerzo por pagártelo - . Me dijeron ambas sentadas frente a mí en el salón como si se tratase de una reunión de negocios.

No tuve más remedio que acudir a aquel estúpido taller, no me gusto desde el primer momento, los demás compañeros eran menores que yo, eran casi niños y yo casi un adulto hecho y derecho pero sin futuro. No soportaba al profesor de oficios, ni a los compañeros y mucho menos me diesen órdenes de que debía de hacer y cómo hacerlo. Aquello de trabajar y sudar no estaba hecho para mí. Al segundo día deje de ir a aquel absurdo taller de oficios que tanto detestaba, es más, encontré la excusa perfecta para poder salir con mis amigos y hacer lo que quisiese. En casa decía que iba al taller ,cuando no era verdad, me iba con mis amigos para seguir batallando y seguir haciendo lo que más nos gustaba, es decir beber, fumar y meternos en toda clase de líos y destrozar todo aquello que se cruzaba en nuestro paso. Éramos los reyes del barrio, todos nos tenían pánico y eso nos encantaba.

Volví a mis andadas, hacía lo que quería, salía de casa y llegaba tarde, tenía la excusa perfecta, decía que había mucho trabajo en el taller y estaba aprendiendo mucho. Mi tía Elizabeth toleraba mi comportamiento ya que pensaba que estaba esforzándome duramente en el taller. Un día agarró mi camiseta frente a la lavadora con sus guantes rosas enfundados y la olfateó como un sabueso, desprendía olor a alcohol y marihuana. Aquello fue lo que la puso en alerta. Al día siguiente mi tía que para nada era estúpida, se fue al taller donde supuestamente estaba aprendiendo tan duramente largas horas. Habló con el profesor de oficios el cual la dijo:

- Lleva semanas sin aparecer por el taller, solo vino dos días y ya no le he vuelto a ver más de el. - . Le dijo el profesor de oficios sacando toda la verdad a la luz.

Mi tía Elizabeth se enfadó como nunca, la había tomado por estúpida, me habían burlado de ella, la había engañado y la había hecho gastarse una suma de dinero enorme en el taller que apenas podía pagar.

Ese día llegue a casa por la tarde. Dos horas después de que supuestamente acabase el taller. Me encontré a mi tía sentada en el sofá con las piernas cruzadas mirando fijamente a la puerta, como si estuviese esperándome. Ese día hacía mucho calor, llevaba su fina bata de tela que habitualmente usaba cubriendo su pesado y voluminoso cuerpo.

- ¿Qué tal el taller? – Me preguntó muy seria.

La respondí que muy bien y que había sido un día duro. Seguí mintiéndola a la cara. Noté como su rostro se enojaba más, me miraba duramente. Observé como sacaba de uno de sus bolsillos sus inseparables guantes de goma rosas. Comenzó a enfundárselo despacio. La goma rechinaba mientras se los ajustaba a sus dedos. Se Levantó del sillón y se acercó a mí, su rostro apenas a unos centímetros de mi cara.

- Te lo voy a preguntar por ultima vez. ¿qué tal el taller? – Me preguntó nuevamente muy seria.

Presentí que algo extraño ocurría, estaba muy seria, mucho mas que lo habitual y se había enfundado sus guantes. Quizás solo quería intimidarme y era una prueba. Continué mintiéndola e indicándolo que el taller iba muy bien, se me daba estupendamente y aprendía mucho.

En apenas unos segundos observé como metió la mano por debajo de su bata cerrada, se bajo sus grandes bragas por los tobillos y las agarró haciéndolas un ovillo entre sus manos enguantadas de color rosa. Todo sucedió muy deprisa, acto seguido se abalanzó sobre mí, me rodeó con su enorme brazo voluptuoso a través de mi cuello por detrás. Antes que pudiese quejarme, noté sus guantes empujando sus bragas dentro de mi boca. Entraron por completo y sacó una pequeña media oscura de lycra y enfundó mi cabeza dentro de ella. Su procedimiento fue como la ultima vez, me amordazo, pero esta vez no esperó a que pudiese escupir sus bragas, se aseguró con antelación que no pudiese hacerlo introduciendo la media en mi rostro.

- Me he cansado de tus mentiras. ¡¡ No quiero escuchar una sola mas ¡¡ - Me recriminó gritando.

Me empujo contra el sofá grande del salón y agarró mis manos hasta llevarlas a mi espalda. Estaba amordazado y tumbado bocabajo en el sofá. Colocó sus esposas de metal entre las muñecas de metal y las cerró fuertemente atándome bocabajo con las manos a la espalda. Abrió su bata y agarró el cordón de tela que la cerraba, me ató los pies juntos con el cordón haciendo varios nudos. En un momento quedé atado de pies y manos, bocabajo en el sofá y sus bragas metidas en la boca sin poder escupirlas.

- ¡¡ Me he enterado de todo!!! He ido a ver a tu profesor de oficio y me ha contado todo. No aguanto tus mentiras. Te has burlado de tu madre, de mí, nos has hecho perder mucho dinero, mientras tu holgazaneabas todo el día y nos mentías. - Me recriminó furiosa gritando.

Agarró mi cabeza, me cogió por el pelo duramente, sin ningún tipo de piedad, cerró la goma de su guante entre mi pelo y bruscamente la colocó por fuera del reposa brazos del sofá con un tirón brusco. Abrió sus piernas y colocó mi rostro entre sus muslos. Ella se encontraba de pie y yo bocabajo en el sofá. Cerró mi cara fuertemente aprisionándome y agarró con su mano izquierda mis manos esposadas levantándolas en el aire bien sujetas por sus manos. Ahora estaba completamente inmovilizado. Agarró el cinturón de piel que le tenía en un lado del sofá. Había dejado todo preparado. Tenía sus guantes en el bolsillo de su bata, sus esposas de metal en el otro bolsillo, junto a una media negra y el cinturón de piel. Ya tenía planeado que iba a azotarme duramente. Estaba muy enojada.

Me bajo mi pantalón corto y descargó su cinturón contra la piel de mi culo con gran dureza.

ZAAAAAAASSSSSSSS

No hubo pausa, volvió una y otra vez azotarme duramente con la correa. ZAAAAASSSSS ZAAAAASSSSSSSS ZAAAAAASSSS

El dolor fue terrible, su correa quemaba la piel de mi culo y me producía un dolor intenso. Era casi insoportable. No podía moverme, ni gritar, intenté zarandearme, pero ella apretó mas sus muslos contra mi cara. Me aprisionó produciendo una gran agonía. Apenas veía nada por su media oscura y sus muslos me dificultaban respirar, me movía de un lado a otro para buscar aire fresco, mientras ella continuaba azotándome.

ZAAAAASSSSSSSS ZAAAAAAAASSSSSSSSSS ZAAAAAAASSSSSSSS

Me rompió el culo literalmente, en apenas unos minutos. Me azotó con ira. El dolor era muy fuerte y la agonía por buscar aire entre sus muslos y culo era desesperante. No podía ver mi trasero, pero sabía que estaba magullado, me había azotado mucho mas fuerte que la anterior vez. Esta vez me lo había merecido mas que sobradamente.

Tras una azotaina de unos 10 largos minutos, me liberó de entre sus muslos. Tanto ella como yo estábamos sudando del calor y del esfuerzo. Yo de recibir azotes y ella de propinarlos de forma airada.

- Da gracias que tu madre, esta apunto de llegar del trabajo. Sino te prometo que te azotaba una hora– Me dijo duramente. Desconozco si hablaba en serio o era para asustarme. No terminó ahí, me dijo algo que me asustó realmente.

- Cuando llegue tu madre la contaré lo sucedido. Voy a pedirla que vengas a mi casa una temporada este verano. Mi paciencia se ha acabado, allí te prometo que nadie te salvará. Has decidido aprender por las malas, ¡¡ pues así será ¡¡. Esto no es nada con los castigos que puedo infringirte para que aprendas a obedecer y ser un hombre de verdad. - Volvió a recriminarme duramente, hablaba en serio.

Me liberó de mis esposas y me ordenó me fuera de su vista. Yo salí corriendo hacía mi habitación con el culo magullado, el culo de mi trasero era un volcán en erupción. Ella continuaba furiosa, se quitó los guantes de goma y los arrojó al suelo airada. Esta vez la había enfadado de verdad, era una bomba que había explotado.

Unos minutos más tarde llegó mi madre, mi tía la contó lo que había descubierto sobre mi y el taller. Mi madre se hecho a llorar. Mi tía la solicitó que yo fuese a su casa una temporada y ella no se opuso. Mi madre estaba completamente decepcionada conmigo. Ni mi tía había conseguido enderezarme, cada vez era peor la situación. Mi madre la dijo que hiciese lo que quisiera, que no deseaba verme más. Así que en unos pocos días iría a casa de mi tía, lejos de mi casa a pasar una temporada con ella. Aquello sería realmente duro, estar a solas con ella todo el día. Desde mi habitación escuchaba llorar a mi madre y mi tía consolándola.

Al día siguiente lo primero que hice fue intentar disculparme ante mi madre. Me acerqué a ella antes de que se fuera a trabajar de nuevo. Puse cara de no haber roto un plato, pero esta vez no funcionó. Ella me miró con ira, agarró su bolso y se marcho a trabajar sin dirigirme la palabra. Esta vez la había decepcionado del todo. Mi comportamiento la estaba haciendo mucho daño. Al no conseguir nada, fui a mi tía y la intenté pedir disculpas, apaciguar los ánimos. Ella me miró con rabia e ira :

- ¡¡ No quiero verte ni oírte ¡¡, todo lo que sale de tu boca es mentira. Ahora mismo ponte de rodillas mirando a la pared en aquel rincón donde no pueda ni verte¡¡ - Me recriminó a modo de castigo, tampoco quería hablar conmigo. Me puse de rodillas en el rincón que me indicó y esperé pacientemente. Ella continuó con sus labores sin prestarme la menor atención. Era como si no existiese. Escuchaba los pasos de sus sandalias por la casa, mas fuerte que antes, estaba airada y pisaba con fuerza. Estuve al menos media hora sin moverme ni hablar en aquel rincón. Supuse que ya había pasado demasiado tiempo. Empecé a hablar en voz alta para que mi tía me escuchara.

- Lo siento, no lo volveré a hacer más – La dije en voz alta para que me escuchara, aunque no eran reales mis disculpas. No tenía remedio. Era un completo delincuente.

Mi tía Elizabeth se acercó hasta el rincón donde me encontraba, tiró bruscamente del extremo de sus guantes rosas enfundados y se los quitó.

- Abre la boca. - Me ordeno.

Metió sus guantes sudados por el calor que hacía en pleno verano en mi boca. Degusté un sabor rancio, tanto del sudor como de la suciedad de sus guantes.

- ¡¡ No quiero escuchar una sola palabra de tu boca!!! Atrévete a escupir los guantes y te rompo el culo a correazos de nuevo¡¡ - Me dijo mientras forzaba los guantes de goma dentro de mi boca. Me dijo en aquel rincón de rodillas y con los guantes en la boca.



- Vas a permanecer así hasta que yo quiera. Ya te enseñare modales cuanto estemos en mi casa, estúpido - . Se marchó de nuevo dejándome allí en el rincón de rodillas sin poder hablar. Sus guantes eran repugnantes, olían fatal, desprendían un sabor desagradable, pero los mantuve en mi boca, no deseaba enfadarla mas de lo que ya estaba. Me pase el día entero allí en aquel rincón sin ella prestarme atención.

Continuara……. La última parte, donde acudo a su casa. ¿qué sucederá?. Os puedo anticipar que fue realmente dura.

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La tía elizabeth.Parte II disciplina doméstica es un relato escrito por sumisso publicado el 25-08-2022 00:00:00 y bajo licencia de Creative Commons.

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