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Fantasía de secuestro y castigo (2)
Escrito por sumisso

CAPITULO 2: LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

Tras un largo viaje llegué a la dirección que me había facilitado MistressPainfully. Era un pueblo antiguo, repleto de viejas fincas, pero de un tamaño descomunal. Me perdí y finalmente un hombre muy amable me indicó cual era la finca que yo buscaba. Aparqué en la puerta y según salí del coche mis zapatos se llenaron de Barro. En aquel lugar llovía constantemente, ahora conocía porque la señora calzaba botas de agua en la única foto que tenía de ella.

La verja metálica de la entrada estaba abierta. Me adentré por un terreno lleno de tierra lleno de maleza y plantas silvestres situadas a mí alrededor. Me llevaba hasta una puerta de madera que indicaba la entrada al interior de la casa rustica. Toqué la puerta con mis nudillos y esperé completamente nervioso. Unos segundos después me abrió la puerta una señora mayor. Rápidamente la reconocí por la foto, era la señora MistressPainfully, la señora que me había citado en aquel lugar para poder hacer realidad mi fantasía, que a la vez sería la suya como me repitió en nuestra última llamada.

Mi vista recorrió disimuladamente a la señora de arriba abajo. Mis ojos se fijaron en su rostro. Efectivamente era una señora mayor, como os dije nunca acierto calculando la edad, pero podrían ser 55, 60, 62, ya sé que el margen es muy amplio. Aunque tampoco se la puede llamar mayor, más que yo seguro, pero no era una abuela si es lo que pensáis. Su pelo corto muy rizado dejaba su cara al descubierto descubriendo arrugas de edad. Gafas metálicas marrones de pasta. Continué bajando la mirada, un cuerpo grande, no era baja, sería de mi estatura media , pero con muchos kilos de más, caderas grandes, culo voluptuoso, abdomen grande . Llevaba un vestido negro cómodo hasta las rodillas y continuaban en medias negras terminando en sus botas de agua gigantes debido a sus amplias pantorrillas, la llegaban hasta el comienzo de las rodillas. Ahora comprendía porque no debía de haberme puesto zapatos en aquel lugar, tenía los pies empapados de agua.

Saqué de mi bolsillo el contrato plasmado en papel tras solicitármelo. Me había olvidado de el durante unos minutos, pero en los últimos días me quitaba el sueño aquel trozo de papel. Me invitó a pasar cortésmente al interior de aquella vieja finca. Cogió el trozo de papel y comprobó que era el original y estaba firmado. Lo guardó en el bolsillo de su vestido negro.

- Muy bien, está firmado, no habrá más demoras. Tu secuestro va a comenzar. Sígueme – Me ordeno. Pensé que hablaríamos antes, ya que era la primera vez que nos conocíamos en persona, pero se saltó los prolegómenos y me indicó que la siguiese. Denoté a la señora enfadada conmigo. La última vez termino mal nuestra llamada telefónica debido a mi incredulidad y burla .

La seguí por un amplio salón con una acogedora chimenea que desembocaba en un largo pasillo con varias habitaciones, y al final del extenso pasillo aparecían unas escaleras de madera que descendían hacia el interior de la tierra, a una planta inferior bajo tierra. Anduve tras de ella, observando su gran tamaño y el chirrido de sus botas de goma que producían a cada paso, estaban mojadas y desprendían un sonido chirriante en cada movimiento “ criiicccck, criiiikkk “ . Bajamos unos diez escalones y llegamos a una gran puerta de madera. Sacó de su vestido un llavero con muchas llaves y abrió la puerta. Me invitó a pasar primero con un gesto en su mano. Pasé a la vez que la señora daba la luz. Observé una gran estancia, llena de humedad, suelo de cemento sin asfaltar y paredes descascarilladas. Estaba repleto de trastos y enseres apoyados a lo largo de las paredes, pero dejaba el centro y los contornos libre de espacio. Acumulaba muebles antiguos y objetos personales adheridos junto a las paredes. La estancia era muy grande y sin duda se trataba de un sótano donde guardaba toda su vida llena de recuerdos.

Mientras yo contemplaba el lúgubre sótano, la señora MistressPainfully entró tras de mí a la instancia y cerró la puerta con llave desde el interior. Aquel gesto me intimidó. Ambos estábamos encerrados en aquel frio sótano, con la diferencia de que ella era quien portaba las llaves.

- Desnúdate y colócate de rodillas bajo la cadena – Me ordenó con tono serio

No me había percatado de la gruesa cadena que colgaba de una viga del techo. Estaba situada en el centro de la habitación, bajo un pilar grueso de estructura de la finca. Obedecí y comencé a quitarme pantalones, camisa, ropa interior… Mientras la señora se dirigió hacia un mueble apilado junto a la pared, abrió un armario y agarró algo con sonido de un tintineo metálico. Se acercó hacía mí, mientras yo esperaba desnudo de rodillas tal como me había ordenado bajo la cadena de metal.

- Manos a la espalda – Volvió a ordenarme con su voz grave y tono serio , estaba enojada conmigo.

Obedecí y tras colocar las manos a mi espalda, sentí como se inclinaba levemente y rodeaba mis muñecas con un objeto metálico. Eras unas esposas de metal y de las de verdad, nada de juguetes eróticos. Me rodeó mis muñecas con el metal de las esposas y las cerró duramente apretando mis muñecas. Noté cierta presión, pero nada comparado cuando volvió a regularlas y las cerró con mucha más dureza, utilizó su fuerza para cerrar y dejarlas muy apretadas a mi piel, tanto que mis muñecas no cedían un ápice y eran mordidas por el metal. Las esposas arañaban mis manos duramente.

- Ahhhhhggssssss – Solté un quejido involuntario por el dolor, estaban muy apretadas

- ¡¡No quiero quejas¡¡ – Me recriminó. Me di cuenta de que la mujer tenía un fuerte carácter, lo mostró en la última llamada que tuvimos y ahora continuaba denotándolo.

Agarró uno de mis pies y colocó una tobillera gruesa de metal sobre mis tobillos. Cerró las hebillas apretándolas cuanto pudo dejando aprisionado mi pie. Agarró un candado de metal y lo colocó entre la tobillera y una argolla anclada y atornillada al suelo de cemento. Me percaté por primera vez de aquellas argollas. Había una a cada lado de mis pies donde me encontraba de rodillas bajo la cadena gruesa se metal. No había percatado de las argollas, pero me di cuenta de que aquello no era improvisado y no era el primero en estar en aquel lugar, estaba bien planeado situarme justo en ese lugar. Cerró el candado entre la argolla y la tobillera. Hizo lo propio con mi otro pie. Quedé de rodillas, anclados mis pies por las tobilleras a las argollas sujetas por los candados de metal.

Levantó mis manos esposadas a la espalda, tiró de ellas hasta alcanzar la punta de la cadena metálica que colgaba de la viga del techo del sótano. Un nuevo candado atenazó las esposas y la cadena. Aquella mujer poseía un sinfín de candados, ahora averigüé porque portaba un llavero tan voluminoso con pegatinas enumeradas. Adquirí una posición incómoda. Anclado al suelo de rodillas, manos esposadas a la espalda y sujetas a la cadena que pendía del suelo, obligándome a recostar el cuerpo hacia adelante con mi cara pegada al suelo.

La señora Painfully quedó satisfecha, comprobó la cadena y los diversos candados asegurándose estaban bien cerrados. Tras unos pocos minutos dirigió su voz por primera vez hacia mí. Tan solo me había dado dos ordenes encuestas anteriormente, ahora pude escuchar en persona su voz hacia mi:



- Punto número 1 del contrato: serás inmovilizado. Te burlaste de mí y menospreciaste. No tendrás ningún problema en desatarte… ¿verdad?... No te preocupes…. Te daré tu tiempo para desatarte. Puedes empezar a intentarlo – Me dijo con su tono de voz serio y enfadada, estaba realmente enojada conmigo por el comportamiento tras nuestras llamadas.

Comencé a intentar liberarme, pero en apenas unos segundos comprendí que era imposible. No podía moverme. No estaba atado, ¡estaba encadenado¡, esposado y con una amplia gama de candados metálicos muy resistentes. Intenté mover los pies, pero estaban bien sujetos al suelo. Intenté liberarme de las esposas, pero eso era tarea imposible. Comprendí que era imposible liberarme por mí mismo, me había encadenado duramente.

La señora Painfully tras dejarme unos minutos para intentar liberarme, comprobó que había fracasado como era lógico. Se dirigió a una estantería del oscuro sótano y regresó con algo entre sus manos. Sujetaba unos guantes de goma largos y gruesos por un extremo. Eran unos guantes negros de goma de tipo industrial, de goma o caucho , de los que cubren manos y brazos hasta el codo. Se situó frente a mi dónde me encontraba inmovilizado y empecé a escuchar el chirrido de la goma de los guantes adentrándose en sus manos. Mientras se enfundaba los guantes comenzó de nuevo a hablarme:

- Punto número 2: serás amordazado. Por un lado, no quiero que los vecinos escuchen tus gritos. Por otro lado, tampoco quiero escuchar tus quejidos, gritos, protestas, suplicas…. Te castigaré como me de la gana y tu estarás calladito. Ya te advertí que voy a castigarte duramente a mi antojo, voy a complacer todos mis deseos sin escuchar una sola palabra o quejido – Me dijo con un tono perverso.

MistressPainfully terminó de ajustarse sus grandes guantes de goma negros en sus manos y brazos. Eran muy grandes, la llegaban hasta el codo y aún así la quedaban muy apretados debido a sus amplios y carnosos brazos. Metió una de sus manos enguantadas por debajo de su vestido y deslizó sus bragas por sus muslos hasta sacarlas por sus grandes botas de agua. Las hizo un ovillo entre su guante, se inclinó hacia mi:



- Abre la boca - Me ordeno muy seria.

Empecé a asustarme por primera vez. Estaba inmovilizado sin poder hacer nada para remediarlo y la señora enfundada en sus grandes guantes de goma pretendía amordazarme con unas bragas de gran tamaño.



- No es necesario amordazarme señora – Contesté nervioso intentando disuadirla.



- ¡¡ Ohhhhh ya lo creo que es necesario¡¡ Vas a mantener tu bocaza bien cerrada. He llevado estas bragas los últimos días especialmente para ti – Me dijo con tono sarcástico. Me fijé en su ropa interior. Unas bragas blancas grandes y completamente sucias con tonos amarillos y marrones. ¡¡Estaban realmente sucias ¡, desprendían un fuerte olor y el color era marrón oscuro por la parte trasera.

La señora estiró su mano derecha enguantada y atenazó mi nariz entre sus dedos de goma. Cerró fuertemente mi nariz y esperó pacientemente. A los pocos segundos no tuve mas remedio que abrir la boca para respirar por ella y fue cuando me encontré su otra mano enguantada que sujetaba sus bragas sucias dirigiéndose a mi boca. Introdujo sus bragas en mi boca y poco a poco comenzó a empujarla con la yema de sus dedos enguantados hacia el interior más y más. A los pocos segundos me faltaba el aire. Continuaba atenazando mi nariz fuertemente con una mano mientras con la otra mano me empujaba sus bragas al interior de la boca. Eran grandes sus bragas y no entraban en mi boca, pero la señora seguía empujando más y más introduciendo sus dedos. Me faltaba el aire, pero ella continuaba sin liberarme. Introdujo bruscamente sus dedos y finalmente parte de su mano y me introdujo las bragas por completo dentro de la boca dejándola completamente inflada. Finalmente liberó mi nariz, respiré exhausto, apenas tenía aire, creía iba a asfixiarme, respiré aliviado por la nariz.

- Buen chico – Agarró una cinta de embalar de color gris y pegó un extremo a la comisura de mis labios. Al instante comenzó a rodear mi boca, cabezay pelo con la cinta. Dio una vuelta, otra vuelta, otra nueva vuelta y continuó dando vueltas. Gastó medio rollo aprisionando la cinta a mi boca dejando su mordaza dentro. Estiró de la cinta y la dejó muy apretada a mi boca, sentía la presión en mi mandíbula proveniente de la cinta gruesa adhesiva.

- ¡¡Ya he terminado ¡¡ . Ahora volveré a dejarte unos minutos para que puedas escaparte …. O gritar y pedir ayuda. ¡¡ Eras muy chulo por teléfono¡ – Sentenció la señora Painfully.

No intenté escapar, ya que conocía que era imposible. Estaba inmovilizado con gruesas cadenas, esposas y candados. Intentarlo era inútil, podría intentarlo siglos y no lo conseguiría. Intenté gritar y me topé con un sabor rancio proveniente de sus bragas sucias llenos de restos. Desprendían un fuerte sabor a rancio, era suciedad acumulada durante días. No conseguí gritar ni emitir la más leve queja, tan solo sentí nauseas de su apestoso sabor. Estaba inmovilizado y fuertemente amordazado en silencio.

.. ohhhhh vaya, ¿no puedes escupirla ?.... ¡¡ Te regocijaste que escupías cualquier mordaza¡¡…. Ahora nadie puede escucharte, puedo hacer contigo lo que quiera - Utilizó un tono de burla hacia mi la señora, debido a mi menosprecio ante ella en los puntos del contrato. Quedé perplejo y atemorizado, llevaba razón, no podía escupirla de ninguna manera y no podía hablar o quejarme. Su mordaza era realmente efectiva y muy humillante, desprendía un sabor fuerte y sucio dentro de mi boca.

La señora tras dejarme unos minutos de cortesía y comprobar como fracasé en mi empeño de liberarme o emitir sonido, se levantó y se dirigió hacia una estantería de la habitación. Regreso portando un pesado paddle de goma o quizás de cuero. El paddle o correa amplia alargada, era muy elástica y de grosor muy amplio. Llevaba un extremo con su agarradera para sujetarlo sin que se escapara de las manos. Empuñó el paddle de goma entre su mano enguantada y lo detuvo ante mis ojos para que pudiese contemplarlo detenidamente. Llevaba sus iniciales en el extremo “M. Painfully “.

- ¡¡ Vamos a comprobar si ahora eres tan chulo ¡.¿ te acuerdas de los siguientes puntos del contrato ?. Te los recordare…. Te castigaré como desee, la intensidad que me plazca no habrá palabra de seguridad… y…………. lo mejor…. si se te ocurre llorar te duplicaré el castigo una y otra vez hasta que dejes de hacerlo. Tenemos mucho tiempo, no tenemos prisa, podemos estar horas, tu lloriqueando y yo azotándote…. ¡¡ Vas a aprender a respetarme¡Te advertí que sería un infierno para ti, siempre cumplo cuanto prometo. – La señora comenzó a quitarse el vestido negro que portaba y quedó desnuda salvo por sus botas de goma y sus guantes. Me mostró su voluptuoso cuerpo casi desnudo. Era muy grande y denotaba su edad.

- Voy a ponerme cómoda. Esto va a ser muy largo. Voy a romperte el culo a correazos como nunca lo he hecho antes a nadie . ¿Quién te va a venir a salvar?... Me he asegurado de que no puedas escapar ni nadie pueda escucharte. Mis esclavos lloraban y lloraban y se marchaban huyendo…. Pero en tu caso me detendré cuando me plazca sin ser molestada. No podrás huir, me he asegurado de ello. - Sentenció la señora.

Faltó poco para orinarme encima de terror. Aquella mujer era el verdadero diablo, la había subestimado. Me quedé perplejo ante su dureza y forma de tratarme. Me di cuenta de que su enfado era de verdad, había despertado su furia al subestimarla, burlarme y menospreciarla. Deseaba darme una verdadera lección. Incliné la cabeza con mucha dificultad hacia atrás debido a mi incómoda posición encadenado y contemplé su voluptuoso cuerpo ya de señora mayor, desnuda, excepto guantes y botas, Agarraba una correa pesada de cuero estilo paddle. Caminaba despacio hacia mí sujetando fuertemente entre sus guantes el extremo de la correa pesada. Sonrió con malicia al cruzarse mi mirada con la suya:

- Ahora te voy a enseñar modales. Toda tu chulería desaparecerá inmediatamente. ¿Alguna vez te han roto el culo a correazos? Es terriblemente doloroso te lo aseguro. ¡¡ Esta es tu fantasía, aunque será tu pesadilla¡ - Levantó su pesado brazo y descargo la correa con fuerza sobre mi culo desnudo.

ZAAAAAAAAASSSSSS . Contemplé las estrellas literalmente, una fuerte quemazón atravesó mi trasero. Antes de reponerme de su primer correazo volvió a levantar su brazo y descarga de nuevo su correa de piel.

ZAAAAAAASSSSSS Escuché un silbido al cortar la piel el aire y posteriormente un fuerte chasquido acompañado de un gran dolor en mi piel.

ZAAAAAAASSSSSS
ZAAAAAAASSSSSS

Comencé a recibir correazo tras correazo con una fuerte dureza. Comenzó a balancear la correa en el aire y me dijo seriamente:

- Van 5, un número apropiado serán 50 correazos. Si cuando terminé estas llorando tendré que duplicar el castigo. Lo firmaste en el contrato – Me dijo seriamente

ZAAAAAAASSSSSS
ZAAAAAAASSSSSS

Sus correazos continuaron incesantemente. Mi culo empezó a quedar dolorido, cada azote recaía de nuevo sobre cada parte dolorida de mi culo aumentando el dolor aún más. El dolor aumentaba más y más a cada correazo. La señora continuaba incesantemente azotándome. ZAAAAASSSSSS, ZAAAAAASSSSSSS. La azotaina se hizo eterna. La señora contaba en voz alta cada correazo tras propinarlo, y se detenía pausadamente para volver a lanzar su correa contra mi culo. El dolor aumento y aumentó, estaba siendo muy dura conmigo. Estaba realmente enfadada por mi comportamiento hacia ella menospreciándola. Llegó a los 50 correazos prometidos. Respiré aliviado al haber terminado su disciplina. Se acercó hacia mí por delante, se inclinó y sus ojos con sus gafas de pasta se cruzaron con los míos. Observé a la señora en cuclillas, con dificultad levanté la cara del suelo, solo podía ver sus grandes botas de goma frente a mí, ella me ayudó, me agarró del pelo y tiró bruscamente de mi cara alzando la vista a sus ojos. Ahhhhh me agarró con gran fuerza física de mi cabello y tiró de el sin la menor compasión. La goma de su guante atenazó mi pelo provocándome un dolor terrible, creía que me rompía el pelo por su dureza.

- ¡¡ Vaya, Veo que has lloriqueado como una perra¡¡Te dejé bien claro en el contrato que si lloriqueabas, duplicaría el castigo. Comenzaré de cero de nuevo. ¡Aprenderás a no lloriquear como una puta¡¡ Comienzo a contar desde cero ¡ y te azotaré el doble de fuerte, te va a doler y mucho, pero estarás calladito y quietecito.¡¡ No te imaginas cuanto voy a disfrutar haciéndolo ¡¡- Me recriminó furiosa. Aquella mujer era terriblemente sádica, que gran error cometí al no creerla.

¿Alguna vez habéis sentido una verdadera impotencia porque sucede algo que no podéis hacer nada para evitarlo? Esa era mi situación en ese momento, el culo me dolía horrores y no deseaba recibir más correazos. Deseaba gritar, protestar, quejarme, suplicar… pero era imposible, cada vez que lo intentaba sentía un fuerte sabor rancio de sucias bragas dentro de mi boca. Estaba tan profunda su mordaza que degustaba un fuerte sabor sin poder articular palabra alguna. Era una humillación psicológica comprobar como la señora agarraba su correa larga entre sus guantes de goma sin poder hacer nada para evitarlo.

MistressPainfully levantó de nuevo su correa y comenzó de nuevo a azotarme. ZAAAAAAASSSSSS ZAAAAAAASSSSSS comenzó a descargar su correa sobre mi culo y mis muslos sin piedad. El dolor fue aumentando cada vez más y más. Giré la cabeza y comprobé su rostro sádico disfrutando azotándome sin piedad. Me propinó unos 20 nuevos correazos muy dolorosos y se detuvo de nuevo para volver a inclinarse sobre mí. Me levantó la cara agarrándome por el pelo con un terrible tirón de cabello con todas sus fuerzas que hicieron brotar de nuevo mis lágrimas, sujetándome por el pelo entre sus manos enguantadas duramente pegó su rostro al mío:

- Cualquier otro esclavo ya hubiera salido corriendo, pero en tu caso…. Atado y amordazado…. Te voy a propinar una azotaina que nunca olvidaras, aprenderás modales…. Eres tan tonto que firmaste que no habría palabra de seguridad…. No vas a poder sentarte en una silla durante muuuuucho tiempo te lo prometo – Soltó mi pelo enfadado y se dirigió de nuevo detrás de mí para continuar azotándome.

ZAAAAAAASSSSSS
ZAAAAAAASSSSSS

Mi cuerpo se apoderó de sentimientos lleno de impotencia, dolor, miedo, angustia…. Mientras la señora continuaba levantada su correa para descargarla fuertemente contra mi culo. Mi fantasía estaba superando todas mis expectativas. Nunca había pensado en una fantasía tan real y dolorosa.

Terminó de propinarme nuevos 50 correazos aún más duros y dio por concluido el castigo. Escuché el crujido de sus boas de goma a cada paso dirigiéndose hacia la puerta de salida del sótano. Comenzó a quitarse sus guantes apretados hasta el codo tirando de ellos mientras dirigió su voz firme y seria hacia mí:



- ¡¡Estoy disfrutando mucho con tu secuestro ¡¡, tengo tantos castigos por realizar que no sé por dónde empezar. Y tú calladito…. Y quietecito…. Recibiéndolos a mi antojo. No tendré que escuchar gritos de súplica o dolor, ¿eres verdaderamente masoquista verdad?, eso me dijiste e insististe… Te voy a enseñar el infierno …jajajaja – Comenzó a reírse como una bruja sacada de una película y se marchó del sótano dejándome allí encerrado esperando su regreso.

Deseaba escapar, estaba aterrado, aquella mujer mayor era la mujer mas sádica que había conocido. Escapar era imposible, encadenado y esposado y gritar era tarea imposible, solo tragaba un sabor fuerte a suciedad de su mordaza. ¡¡Aquella mujer era el verdadero diablo¡¡

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Fantasía de secuestro y castigo (2) es un relato escrito por sumisso publicado el 11-03-2023 21:10:37 y bajo licencia de Creative Commons.

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