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El despertar de Veronica
Escrito por dereck

El coche se detuvo en una zona apartada, industrial, frente a una nave que parecía abandonada pero que tenía una pequeña puerta con un letrero casi pintado a mano “club 7”

David posó su mano sobre el muslo de Verónica, para felicidad de esta, que solo pensaba en que la poseyera e hicieran el amor.

-Estamos a tiempo… podemos regresar y no habrá pasado nada. Pero si entramos por esa puerta.. Vas a vivir una experiencia que jamás olvidaras, vas a gozar descubriendo que tan puta eres.

Verónica sufrió un pequeño momento de duda y temor, pero confiaba en David y se sentía a gusto con él, no quería decepcionarlo, y tenía que admitir que aquella situación la estaba poniendo muy cachonda

-Venga. Hagámoslo

Hacía 6 meses que David recuperó su amistad con Verónica. No se veían desde los tiempos del colegio, y se reencontraron en una reunión de viejos alumnos. No tenía mucha ilusión por asistir a tal evento, pero ver a Verónica hizo que mereciera la pena, todos los hombres babearon por ella. La que antaño fue una niña dulce y de cara angelical era ahora una mujer de 35 años, alta, 1,80. Con melena rubia, y unos pechos enormes. Muslos bien torneados, un cuerpo de infarto. Él tampoco estaba mal, se mantenía en forma al menos practicando deporte.

Pasaron juntos casi toda la reunión recordando viejas batallitas, y se intercambiaron los teléfonos. Pasaron meses hablando a cada momento. David descubrió que a Verónica no le había ido nada bien en sus relaciones sentimentales. Y él por su parte estaba en una relación que no le terminaba de llenar.

Casi sin darse cuenta, las interminables conversaciones por whastapp se habían ido calentando, algo lógico teniendo en cuenta la espectacular mujer que era Verónica. Poco a poco David dio rienda suelta a sus fantasias de dominación, las cuales nunca había podido llevar a cabo en la realidad. Por su parte Verónica, que se sentía cada día mas atraída por su viejo compañero de clase, confesó que su vida sexual había sido aburrida y vulgar, y tenía curiosidad por probar cosas nuevas.

En poco tiempo todo se desbordó. Verónica estaba cada vez mas entregada a David, y este, se había encontrado con una hembra dispuesta a romper sus barreras y acceder a sus perversiones. Sus conversaciones eran cada vez mas fuertes. Y en una noche de lujuria David, a escondidas de su pareja, le propuso a Verónica dar el último paso, él la llevaría a conocer un mundo de perversiones sin igual. Y así él, al mismo tiempo, podría desatar todos sus deseos de dominar y emputecer a una mujer.

Fijaron un día concreto. David había preparado toda la experiencia, pero sudaba nervioso incapaz de aceptar que estaba a punto de cumplir sus sueños. ¡Y con semejante mujer! Podría follarsela, disfrutar de su cuerpo 10, pero en vez de eso, la iba a tener para sus oscuras intenciones. Verónica estaba muy nerviosa. Llevaba años deseando descubrir sus límites, dar rienda suelta a todo lo que llevaba dentro. Jamás se pensó que pudiera, pero con David se sentía tan a gusto que estaba dispuesta a dar el paso

Verónica siguió a David por el angosto pasillo. El lugar era destartalado y daba la impresión de caerse a pedazos, y aun así alguien se esmeraba en tenerlo limpio dentro de la decadencia y adecentado. Llegaron a una puerta y David le tendió a Verónica la mochila que llevaba

-Ahí dentro tienes un baño. Entra, desnúdate al completo, quítatelo todo, y ponte lo que hay en la mochila. Y no tardes.

-¿Qué hay en la mochila?

-Pronto lo veras, deja de preguntar.

Verónica tomó la mochila y se procedía a entrar en el baño cuando David la agarró del brazo y le colocó un artefacto en la mano.

-Se me olvidaba, antes de vestirte introduce esto en tu vagina, que quede bien puesto.

Verónica observó el pequeño aparato que tenía en su mano, de forma redondeada y alargada con protuberancias. Miró desconcertada a David

-¿Qué es exactamente?

-Cállate la boca de una vez, entra, metete esto por el coño y deja de protestar.

Empujó a Verónica al interior del baño. Por un instante sintió una punzada de culpa por tratarla de forma tan ruda, pero al mismo tiempo, la sensación de dominación le embriagaba. No pudo mas que ponerse mas y mas cachondo pensando en el espectáculo que iba a presenciar. ¡Y él era el creador de todo!

Verónica se sintió algo molesta por el trato, pero la excitación iba en aumento. El baño estaba considerablemente limpio, a pesar de ser muy pequeño e insulso. Se despojó de toda su ropa, tomo el pequeño objeto y con algo de reparo lo introdujo en su interior. Tenía un tacto agradable pero frío, y aunque en un primer momento aquel inserto le resultaba incómodo, pronto su vagina se acostumbró a ello. Abrió la mochila y se encontró con dos minúsculas prendas. Un pequeño pantalón que apenas cubría su sexo y dejaba escapar parte de sus nalgas. La tela se pegaba a su piel. La zona superior era igualmente apretada y apenas le tapaba los pechos. No obstante la tela era tan fina que transparentaba las aureolas de sus pechos y sus pezones parecían a punto de hacerle sendos boquetes. Llevando aquellas simples prendas Verónica se sentía desnuda y exhibida. La idea de mostrarse así ante David reconocía que la excitaba mucho. Salió del cuarto de baño haciendo acopio de toda su dignidad y fue obsequiada por una mirada lenta y calculadora. Tras sonreír satisfecho David se giró y camino. Verónica lo siguió algo decepcionada por el frio recibimiento.

Finalmente entraron a una habitación muy peculiar. Estaba dividida en dos zonas. Justo tras entrar, había una cómoda silla con respaldar y posa brazos. David tomo asiento y cruzo las piernas. La parte delantera estaba formada por un cubil de 3 paredes, dejando apenas sitio para una banqueta muy bajita.

-Siéntate ahí, mirando a la pared. La orden de David fue tan seca y directa que Verónica salió de sus pensamientos y, obediente, se situó tal y como le había ordenado. Esperaron en silencio unos minutos que se le hicieron eternos a la mujer. En su mente, David se levantaba, la cogía por detrás, y la follaba salvajemente. Y eso le agradaba, lo estaba deseando.

Hubo un sonido de roce, y delante de Verónica, se formó un pequeño orificio en la pared. Al momento de aquel orificio emergió un pene que se situó casi rozando la frente de la chica. Verónica dio un respingo ante la mayúscula sorpresa y se levantó de la banqueta. Su memoria le recordó que había visto alguna vez videos de lugares como este, donde los hombres meten sus pollas por boquetes para que otra persona lo masturbe. Verónica se volvió a David.

-¿En serio pretendes que masturbe a quien sea?

Fue rápida, la sacudida eléctrica traspaso a Verónica como una flecha ardiendo, doblándola sobre sus rodillas. Apenas duró unos segundos, le hizo daño, pero sobre todo la aterró de lo que podría suceder si hubiese durado mas tiempo. David tenía un pequeño mando en su mano.

-Nadie te ha dado permiso para hablar. No vas a masturbar hombres, vas a jugar con sus pollas. ¿No querías descubrir hasta que punto eres una zorra? Pues ahora vas a convertirte en la reina de las pollas. Esmérate y tendrás un premio, niégate y… bueno, ya sabes lo que va a pasar, no te gustará.

David apenas se creía que pudiese hablar así, que pudiese controlar así a una mujer, y mucho menos a una como Verónica, y la sensación le embriago. Verónica, por su parte, sentía una mezcla de furia, miedo, y muy en el fondo, morbo. Miró desafiante a David, y se volvió de nuevo hacia la polla que le esperaba. El pene en cuestión permanecía flácido, parecía de tamaño medio, nada especial. Toco la base entre sus dedos incide y pulgar, y rápidamente el miembro creció hasta llegar a su máximo esplendor. Verónica se sintió sorprendida, solo el tacto de sus dedos había obrado el milagro. Y eso la lleno de satisfacción. Comenzó a masturbar el pene, agarrando todo el tronco con su mano y moviéndola con brío. Entonces escuchó a sus espaldas

-Chúpala

-Si, vamos, eso ya es pasarse un…

Verónica soltó el pene mientras caía al suelo retorciéndose de dolor, esta vez la sacudida fue mas prolongada que la anterior. Tardó unos instantes en recuperarse cuando David la libró del tormento. Lo miró y comprobó que tenía un brillo malicioso en los ojos. La asustó. No quería volver a tener que pasar por ese tormento, así que, sin pensarlo mas tiempo, volvió a tomar la polla en su mano, y se llevó los labios al glande. Sus labios se llenaros de líquido que ya impregnaba todo el capullo. Y en aquel momento un cálido y agradable cosquilleo comenzó a invadir su vagina. David había activado una función vibratoria del aparato, que comenzó a estimular muy suavemente el clítoris de Verónica, que estaba especialmente sensible tras la tortura anterior. Verónica cerró los ojos, se concentró en esa embriagadora sensación que le recorría las entrañas mientras seguía besando y lamiendo el pene que masturbaba frenéticamente. La vibración era demasiado suave como para llegar a un orgasmo, pero era muy agradable, y sin darse cuenta, su coño comenzó a humedecerse. En aquel pantalón apareció pronto un cerco de humedad por todo su bajo. Tan concentrada estaba en la sensación de placer, que no pudo prever a tiempo la corrida del hombre. Se apartó sin evitar que el chorro de semen le salpicara por el hombro y por todo su pecho. Noto la lefa traspasar la endeble tela, manchándole todo los pechos. Olía fuerte y estaba pringosa. Sus manos también chorreaban esperma, pero no podía limpiarse mas que encima suya en la escasa tela que constituía su vestuario.

Paró la vibración, pero en cuestión de segundo un nuevo pene apareció por el boquete. Hasta ese momento Verónica había pensado que todas las pollas eran iguales, pero un rápido vistazo le hizo constatar claras diferencias con la anterior. En esta ocasión el pene estaba ya erecto, era mas grande, tanto de anchura como de largura, se veía fuerte y musculado. Debía de pertenecer a un chico joven. Deportista quizás. No se lo pensó y lo agarró con fuerza, masturbándolo con ansia. La vibración regresó para su entero placer. Se llevó el pene a su boca, esta vez se recreó, deslizando su lengua por toda la base, lamiéndolo cual piruleta. Abrió sus labios y fue introduciéndose aquel pedazo de carne mas y mas adentró, a medida que lo hacía, David aumentó el ritmo de las vibraciones. Ahora si notaba como aquel aparatito la masturbaba a un ritmo implacable. Cerró los ojos, pensando en que era David quien la follaba, y se desvivió en mamar aquel falo. Cuanto mas ganas le ponía mas aumentaba el placer que sentía, el calor que nacía en sus entrañas, llenándola por todo su cuerpo. Notaba que le llegaba un estallido de placer, siguió chupando con alevosía, y llegó a un orgasmo el cual no pudo disimular con sus gemidos. Posiblemente esos gemidos fue la gota que colmó el vaso para que el hombre tras la pared se corriera. Esta vez Verónica no hizo amago de evitar la corrida, cayendo esta en parte en su boca, en parte en su cara, chorreándole por los pechos.

Cayó de rodillas al suelo, extasiada por el orgasmo. Y al mismo tiempo se sentía sucia. Acababa de comer dos pollas que a saber donde habían estado, de quienes eran. Se había rebajado a tal extremo solo por aquellas gotas de placer. No tuvo tiempo de pensar cuando un nuevo ocupante apareció por el boquete. En esta ocasión el pene que observó era de tamaño mas bien pequeño, al acercarse constató que su piel estaba arrugada y fecha, y unos pocos vellos canos asomaban entre los testículos, era de un hombre de avanzada edad. Para colmo de males, el pene olía fuertemente a lo que Verónica adivinó como unas gotas de orina. Se revolvió asqueada hacia David, pero este mostró el mando a distancia con el dedo listo para pulsar un botón. Verónica sabía lo que le esperaba si se negaba, y tembló. Tenía su sexo muy sensible después de las anteriores descargas y el orgasmo, asi que claudicó sin protestar y regresó ante el pene. No pudo ver como David sonreía complacido. Lo agarro entre sus dedos y lo masturbó tratando de que acabara lo mas rápido posible. No tardó el pene en acaparar todo su tamaño. Verónica trató de evitar acercarse cuando una leve descarga volvió a incendiarle el interior de su coño. Dolorida, hizo tripas corazón. Escupió sobre el pene para tratar de mitigar su olor y lo introdujo en su boca, tan profundamente como dio de si para no tocar su paladar. Era nauseabundo. Por suerte el pobre vejestorio no duro mucho y pronto un leve salpicar de un viscoso semen se volcó al suelo. Casi sin tiempo a que abandonara aquel hombre, otros dos boquetes con sendas pollas se abrieron a los laterales. David acciono la vibración a un ritmo rápido y Verónica, a pesar de seguir dolorida, noto como volvía a mojarse ansiosa por sentir otro orgasmo. Agarro con cada mano ambos falos, los masturbaba frenéticamente y los chupaba uno tras otro, mientras sentía un volcán de placer desatándose en su interior. Siguió con aquel ritmo hasta que ambos hombres se corrieron casi al unísono obsequiándola con una lluvia blanca que en esta ocasión acepto sin remilgos.

Aun no había logrado correrse por última vez cuando apareció el miembro mas grande y grueso que jamás había visto. Era del color de ébano y casi parecía de caballo, se preguntó como mierdas podía entrar aquel aparato en una mujer. Lo tomo con ambas manos y aun le sobraba todo el glande, y comenzó a masturbarlo. Casi parecía que lo adoraba como a un dios. Lo frotaba mientras su lengua recorría el glande y lo besaba. Se llenaba de éxtasis pero por alguna razón no lograba hacer que el hombre se corriera. Casi dolida en su amor propio se incorporó, deshaciéndose del trozo de tela que le cubría el pecho y pasando aquel arma entre sus tetas, frotándolo y lamiéndolo. Observó de reojo que David tenía una gran erección y eso la complajo. El vibrador alojado en su interior frotaba al máximo de revoluciones su clítoris. Y ella a su ves se frotaba el inmenso miembro por sus pechos y lamia todo el capullo. Aquel roce fue mas de lo que el hombre pudo soportar y sin dar tiempo a Verónica a reaccionar, expulsó un potente chorro de lefa que roció por completo a la mujer.

La chica estaba agotada tras el esfuerzo de complacer a tantos hombres y no escucho los pasos que se acercaban. Solo fue consciente de los dedos que agarraban el aparato y lo desprendían del interior de su vagina. Miro hacia atrás y vio a David con la polla en la mano, dura y húmeda. La agarro de la cabeza haciéndola girar hasta quedarse de rodillas ante él. Y David le introdujo la polla en la boca sin miramientos. Verónica estaba cansada, las corridas de varios hombres estaban pegadas a su cuerpo, le dolía la mandíbula, pero a pesar de todo, estaba en éxtasis por los continuos orgasmos que había alcanzado. Y tener ahora a David para ella le hacía muy feliz. Trató de hacerle la mejor mamada que jamás le hubiesen brindado, pero no pudo, ya que David no le dejo oportunidad. La agarró fuerte del pelo y comenzó a embestirla con brutalidad, follándose la boca. Verónica tan solo podía aguantar las embestidas y tratar de respirar. Las babas se le caían por los labios doloridos mientras el miembro de David no dejaba de taladrarla hasta la garganta. No tardó mucho en correrse dentro de la boca de Verónica haciendo que la muchacha se tragara todo su semen.

Tras unos minutos en los que ambos trataron de recuperar el aliento David le dijo

“tenemos que irnos. Tienes unos minutos para acicalarte en el baño… o tendrás que irte así”

En el coche de vuelta, el silencio se hizo incómodo.

-Lo que a pasado hoy… no saldrá de aquí –dijo David- Pero creo que lo has disfrutado… que lo has disfrutado mucho… y yo también… No, no digas nada. Tienes mi número. Llámame si estas dispuesta a seguir explorando y averiguando que tan puta eres.


Licencia de Creative Commons

El despertar de Veronica es un relato escrito por dereck publicado el 06-10-2022 12:19:09 y bajo licencia de Creative Commons.

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