Caminos

La boca de mi diosa es un manjar,
contrasta con su blanca faz
cuando de manera muy erótica
pinta sus carnosos labios,
con ese tono oscuro
que me subleva.
Sé muy bien que cuando lo hace
la reina de mi castillo,
tiñe sus intenciones hacia mí
con tinta negra y perversa.

Su saliva es dulce como la miel,
delicada, húmeda, caliente,
fina a paladares exigentes,
fuente de innumerables placeres
cuando la vierte en mí
pícara e irresistiblemente,
con su voraz lengua.
Goza entonces de la gloria
de tenerme a sus pies,
cuando golosa y matadora
su lengua la expande
por mi falo erecto,
y con la punta juguetea
tan delicadamente,
recorriéndolo en toda su extensión.

No alcanzan las palabras
para describirla,
cuando se tiende desnuda
en nuestro lecho, y mimosa
reclama un masaje en su espalda.
Sabe que adoro pasar horas enteras admirando su figura,
y después calentar mis manos,
untadas con aromático aceite,
aceite que brilla y suaviza mis palmas.

Recorro con delicadeza
sus níveos brazos,
rozando solo el costado de sus pechos.
Es fuerte la tentación, lo sé,
mas mi diosa me ha pedido un masaje.
Se deslizan mis manos
por la base de ese cuello
que tantos placenteros momentos
nos ha brindado,
gime suavemente y ronronea
como una gatita, "¡no pares!"

Recorro ansioso todos sus caminos,
masajeándola, bajando por su piel,
quiero avanzar para tocar
sus redondas y turgentes nalgas,
detenerme en cada una con placer,
suavemente abrirlas,
y dar un leve roce con mis dedos
en el oscuro objeto de deseo
que se descubre.
Mi diosa sabe de mi sufrimiento,
se siente generosa a veces,
y sube lasciva y descaradamente
su pelvis para que pueda
gozarlo y admirarlo.
Un escalofrío de placer
recorre entonces
toda mi espina dorsal.

Estoy dispuesto a explorar
todos sus caminos.
La volteo con suavidad para perderme
en esa deliciosa vereda que separa
sus pechos maduros y gozosos,
con ese aroma tan abrumador,
aroma a hembra, caliente y poderosa,
que yergue sus negros, desafiantes
y altivos pezones,
pidiendo un momento de lujuria.

Anhelaba con mis labios bajar
y saborear las mieles de su vientre,
perderme en su hombligo,
aspirar su esencia,
y en tan delicada copa
beber promesas
de perdición y placeres salvajes.

Quería locamente disfrutar
de todos sus caminos, descender
para explorar la deliciosa gruta
donde anidan las locuras.
Deseaba tanto separar esos labios
pecaminosos, saciar mi sed,
calmar mis ansias de saborear
tan finos, tibios y fragantes jugos,
beber su esencia de mujer.
Saborearla, gozarla, desatar una batalla entre sus pétreos y macizos muslos
de diosa griega,
jugar con sus delicados pies,
admiración de fetichistas empedernidos...

Pero ese camino en donde estaba,
que separa tan admirables pechos
me dijo "¡No, hoy serás solo para mí"!
Y gozoso, de aspirar el olor
que despedía el sendero en forma de V,
quedé adormecido, delirante, feliz,
soñando con todos los caminos
que posee una dama
para dar goce a su amante.
Allí, adormecido me quedé, inerte,
embriagado con su aroma de mujer,
de hembra poderosa y diosa.


Licencia de Creative Commons

Caminos es un poema escrito por malvado diplomatico publicado el 18-11-2020 21:49:50 bajo licencia de Creative Commons.





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