Fantasia de degradación de esposa.

22 Jul 2023 15:45 #257 por Ansaldo
En esta ocasión visitamos un pueblo. Yo y mi marido nos sentamos en un banco público de una calle por la que solo pasaban coches. No llevaba bragas. Mi marido me ordenó que me sentase de tal manera que se me pudiese ver el coño. Obediente cumplí sus deseos. Pasaron varios coches y uno de ellos paró cerca del banco. Me subí el vestido para que sus ocupantes viesen claramente que no llevaba bragas. Se bajaron dos chicos muy simpáticos y empezaron a hablar con nosotros. Me dijeron que tenia las piernas muy bonitas. Para una madura como yo resulta muy halagador que unos jóvenes se fijen en ella. Mi marido les preguntó si querían ver más. Se miraron sorprendidos y contestaron que sí. Nos montamos con ellos en el coche para ir a un sitio más apartado donde estar tranquilos. Fuimos a una especie de parque poco iluminado. Allí nos bajamos del coche y empecé a desnudarme. Como era de noche al quedarme completamente desnuda tenia un poco de frio. Mi marido les preguntó si me daban permiso para ponerme la cazadora. El más descarado dijo que sin problema si no me tapaba y podían seguir viéndome el coño las tetas y el culo. Así, me pasee desnuda por el parque. El descarado animó al más tímido a darme una palmada en el culo cuando pasase cerca de ellos. Así lo hizo. Entonces el más descarado me agarró de las nalgas y me acercó a él. Mi coño rozó su bragueta, la tenía dura. Mi marido les dijo que se podía mirar pero no tocar. El descarado protestó, que no era justo que les dejase a medias. Mientras hablaba con mi marido me sobaba el culo y me metía mano por la raja hasta tocarme el coño. Le retiré rápidamente la mano y me aparté. Mi marido para calmar los ánimos les propuso masturbarse mientras yo me abría de piernas para ellos. Aceptaron. Puse la cazadora en el suelo y me senté encima de ella. Me daba mucha vergüenza exponerme tanto, pero poco a poco separe mis muslos y deje completamente abierto mi coño. Se sacaron las pollas de los pantalones y empezaron a cascársela. Esta vez el más tímido me pidió que me diese la vuelta y me abriese el culo para ellos. Obedecí. El descarado dijo que me abriese bien y separase todo lo que pudiera las nalgas. Mi marido me ordenó que les enseñase bien todos mis agujeros. Me animaron a hacerlo diciéndome, “venga puta a ver si eres capaz de hacernos correr”. Me abrí de piernas todo lo que pude y me abrí el culo para que nada quedase oculto. Completamente expuesta escuchaba como se masturbaban. El descarado le propuso a mi marido que acabase con la boca y se la chupase a los dos. A él no le gusta que me toquen, solo que me vean. Pero los dos chicos insistían. A una buena furcia como la tuya le tiene que gustar mamar pollas, mándale que nos la chupe. Mi marido me dijo que me pusiese de rodillas. Me asusté mucho y a punto estuve de acabar con el juego y vestirme. Pero lo único que permitió fue acercar sus pollas a mi cara. Podía oler el semen. Como no se la iba a chupar no le dejaron a mi marido hacernos fotos así. Me volví a tumbar abierta de piernas y mientras miraban mi coño acabaron. Preguntaron si podían sacudirse encima de mí. Ya que no me había tragado su semen, una puta como yo tenía que servir para limpiarse. Mi marido no les dejó. Entonces dijeron pues ahí te quedas tú y tu cerda. Se montaron en el coche y se bajaron al pueblo. Yo había dejado mi vestido dentro, así que creía que iba a tener que bajar casi desnuda al pueblo, solo vestida con la cazadora. Vimos las luces de frenado y uno de los chicos me gritó, “ a ver, puta , ven a por tu ropa”, “rapidito, que si no, nos vamos”. Fui corriendo hacia ellos. Tenían las ventanillas bajadas y me dijeron que antes de darme el vestido y el sostén me tenia que quedar otra vez completamente desnuda. Me quite la cazadora y alargue la mano para que me diesen la ropa. “Zorra, ¿que no has entendido?”. Me quede desconcertada. Rápido me di cuenta a qué se referían cuando el conductor me miro a los pies. Me quite las sandalias. El tímido dijo, “eso es estar completamente desnuda”. Entonces llegó mi marido, que asistió excitado a la nueva humillación que habían ideado. El descarado salió con mi vestido del coche y lo tiró en la carretera unos 20 metros delante del coche. “Las perras como tú tienen que aprender a recoger las cosas”. “Vamos puta ve a cuatro patas a por la ropa y tráela con la boca”. “Tú cabrón, nada de fotos”, le dijeron a mi marido, “ahora solo nosotros vamos a disfrutar de tu zorra”. Me puse a cuatro patas delante de los faros del coche y así fui hasta donde estaba la ropa, mientras me silbaban y me decían, “venga perra, nada de usar las patas”. Cogí la ropa con la boca y di media vuelta. Volvieron a silbar y a decirme, “ven bonita, ven aquí”, “a ver la perrita qué obediente es”. Me dolían las rodillas de estar en el asfalto y estaba deseando incorporarme. Llegué donde estaban ellos y me cogieron el vestido de la boca mientras me acariciaban la cabeza: “Muy bien perrita”. El tímido dijo entonces, “esta perra es muy rara, no ladra”. Me intenté incorporar, pero el descarado me cogió de los hombros y me obligo a seguir a cuatro patas. El tímido me dio una palmada en el culo: “venga puta, ladra”. El descarado se quitó el cinturón y dijo, “eres una perrita desobediente”, “vamos a tener que castigarte”. Mi marido no decía nada. Entonces me pegaron un cintazo en el culo: “venga, ladra”. Me dieron otro cintazo, “vamos, ladra”. Empecé a ladrar. “Más alto” dijo el tímido y el descarado volvió a darme con el cinto. Ladré más alto. De nuevo el tímido tuvo otra ocurrencia: “a esta perra le falta mover el rabo”. Buscó un rama y se la pasó al descarado. “No, yo la sujeto y tú métesela en el culo”. Intenté levantarme y les decía, no por favor, ya se acabó el juego, me vais a hacer daño. El tímido dijo, “las perras no hablan, solo labran”. Mira puta, no has querido lamernos la polla y ahora vamos a respetar eso de no tocarte, pero nos vas a hacer pasar un buen rato, dijo el descarado. Sólo queremos que muevas el rabo, hazlo y te prometo que te devolvemos la ropa y os bajamos al pueblo. Mi marido se enfrentó a ellos, no podían meterme una rama rota por el culo, me harían mucho daño, les amenazó con denunciarlos si seguían así. Los dos chicos se pusieron a hablar entre ellos, se rieron e hicieron una llamada por el móvil. Después de una conversación que no pudimos oír se dirigieron a mi esposo: “Vais a esperar un rato aquí para arreglar la cosa, no te preocupes que no le vamos a hacer ningún daño a tu golfa, pero vamos a hacer unas risas”. Me dejaron poner la cazadora y me senté en los asientos de atrás del coche. Lo movieron hasta un camino de tierra que daba a una finca cercada y aparcaron. Mi marido les decía que ya nos habíamos divertido todos y que nos dejasen en el pueblo, que la cosa ya no tenía morbo. No se ya quien le contestó de los dos: “¿te gusta que vean desnuda a tu mujer?”, “ te vamos a enseñar como se humilla de verdad a una zorra sumisa”. Sacaron unas latas de cerveza del maletero y nos ofrecieron. Yo ya tenía bastante sed y acepté. Me pasó una lata grande el más tímido mientras se reía y me decía “bebe, bebe, te va hacer falta”. Yo sólo llevaba puesta la cazadora y seguía desnuda de cintura para abajo. Acabamos las cervezas y de nuevo les pedimos que parasen el juego ya, que la cosa solo tiene gracia si las dos partes se lo pasan bien. Contestó el tímido, “fuisteis vosotros quienes empezasteis, así que ahora hay que estar hasta el final”. Pero ya os habéis masturbado viendo desnuda a mi mujer les recordó mi marido. Es verdad, pero según tus reglas no la pudimos tocar ni nos podía hacer una mamada. Tu zorra no puede ser sólo una calientapollas, así que vamos a seguir tus reglas, pero ahora nos toca a nosotros pasarlo bien, siguió el más descarado. Llegó un segundo coche, bajo un señor ya más mayor. Se acercaron todos al maletero y se echaron reír. Vamos a ver la puta que habéis encontrado dijo el nuevo. Venga sal, me dijeron apuntando al descampado que iluminaban los faros de los dos coches. Me baje y fui hacía allí. Quítate la cazadora y las sandalias, queremos que estés completamente desnuda. Le di la ropa a mi marido, por si acaso nos dejaban allí solos y tenía que bajar al pueblo, la menos tendría algo con lo que taparme. Presentaron a mi marido al nuevo: “Este es el cabrón al que se la pone tiesa enseñar a su esposa”. Vaya, pues te vas a enterar de lo que es exhibir a una perra, le espetó el nuevo. Yo estaba de pie en la zona que alumbraban los faros, ellos permanecían al lado de los coches en la penumbra. Comenzaron a hacer comentarios obscenos sobre mi cuerpo. Mis tetas pequeñas, mis muslos, mi coño, mi barriga, mis caderas. ¡Date la vuelta¡ veis que culazo tiene la madurita, dijo el tímido. Pero si tiene un montón de celulitis respondió el nuevo. Espera siguió el tímido, ¡A ver puta¡ ¡Agáchate y ábrete el culo, que te veamos bien el agujero¡ Lo hice. Pero si lo tiene fofo, decía el nuevo. Es igual, me ponen esos culos de madura bien marrana, sentenció el tímido. Bueno, no me habéis hecho buscar ese montón de trastos para nada. Los tres se fueron al maletero y sacaron una bolsa de deportes y un pack de latas de cerveza frías. Repartieron la cerveza, me acercaron una y me dijeron que bebiera. Así lo hice. Rebuscaron en la bolsa y sacaron varias cosas, como estaban en penumbra no acerté a ver qué eran. Miré a mi marido que estaba en el lado derecho del otro coche, así que tampoco podía ver, sólo me hizo un gesto de duda. Se acercó el descarado, ¡vamos puta, a cuatro patas¡, obedecí. Luego llegó el nuevo con un collar y una correa. Me lo colocó al cuello y tiró de la correa, a ver si es verdad que te han enseñado bien, ¡ladra¡. Me puse a ladrar, todos se rieron mucho. Pero la falta el rabo, insistió el tímido. Tranquilo, que no nos hemos olvidado de ese culo que tanto te gusta le contestó el nuevo y saco un palo de escoba partido de unos 40 cm con una punta redondeada y suave. Sacaron más cerveza del coche y me la echaron por encima. Al tímido le había echo gracia mi culo desde el principio y fue el encargado de lubricarme. Aprovechó para meterme el dedo con la cerveza. Luego comenzó a meterme el palo en el culo poco a poco. Allí estaba yo, a la luz de los faros, completamente desnuda, a cuatro patas y con un rabo de madera en el culo. Empezaron a silbarme, vamos perrita acércate. Una buena perrita mueve el rabo y lame la mano de sus amos. Me acerque a cuatro patas moviendo el culo y ladrando hasta cada uno de ellos y les di un lametón en las manos. Cuando llegue al tímido, se había sacado la polla, venga lámela me dijo. Mi marido protestó, esas no eran las reglas. Tiene razón se rieron los otros dos. Te vas a quedar con las ganas. Entonces el tímido agarró la correa y me arrastró hasta un charco. ¡Revuélcate aquí perra¡ Me empujó con el pie y me tiró al charco. Me puso boca arriba y me abrió los muslos con las manos, metió el zapato en el barro y me lo puso en el coño. ¡Quédate así perra¡ Así me quede, con los brazos como si fuese un cachorro y con las piernas abiertas. Se acercaron los otros dos, también con las pollas en la mano para masturbarse. Uno dijo, “se le ha caído el rabo”. Era cierto, al ponerme boca arriba se me había salido el palo del culo. De nuevo el tímido aprovechó para meterme el dedo para lubricarme con el barro el culo. Antes de volverme a poner el rabo , el nuevo dijo, la perrita tiene que ladrar mientras la arreglan el rabo, así que mientras tímido me metía despacito el palo en el culo, yo ladraba. El nuevo cogió la correa ¡Vamos de paseo¡ ¡menea el rabo como una buena perrita¡ Empecé a dar vueltas a cuatro patas en el círculo de luz moviendo el culo para que el palo se menease. Después de un buen rato riéndose y tocándose las pollas mientras me veían moviendo el culo, el palo se volvió a salir. Tímido cogió la correa y me volvió a llevar al charco, el descarado le acercó el palo, “a ver si le metes el rabo hasta el fondo, que se le cae”. Tímido se huntó los dedos de barro y me los metió de nuevo en el culo para dejar el agujero bien abierto. También embadurno de barro el palo, y cuando empezaba a metérmelo me ordenó, “perra ya sabes lo que tienes que hacer”. Empecé a ladrar mientras me volvía a meter el palo en el culo y los demás le jaleaban ¡más adentro, más adentro¡. Esta vez quedó firmemente sujeto, solo asomaba un palmo, el resto del palo, sobre dos tercios, estaba en mi recto. El nuevo sacó tres cuencos de la bolsa de deportes. Puso comida para perros, en uno un puñado de esas croquetas secas y en otro comida húmeda. El tercer cuenco lo llenaron de cerveza. Vamos perrita, es hora de cenar. Me acercaron a los cuencos y me ordenaron ¡come¡ El de comida húmeda tenia a la vista tendones y vísceras, me dio mucho asco, así que metí la cara en el cuenco de las croquetas secas y mastique un par de ellas y las escupí en el cuenco. El nuevo cogió un puñado de croquetas y me las metió en la boca: ¡Come y traga¡ Me costó horrores reducir las croquetas a pasta y tragarlas. De hecho me acerqué al cuenco de la cerveza para pasarlas mejor, pero me obligaron a beber estilo perro, con la lengua. Luego me metieron la cabeza en el cuenco de la comida húmeda, fue más fácil tragar. Me estaba separando de los cuencos cuando el nuevo dijo que no se podía tirar la comida. Los otros dos asintieron, entre carcajadas me mandaron dejar vacíos todos los cuencos. Entre nauseas conseguí tragar toda la comida para perros, la cerveza me ayudó a pasar la comida porque la sorbía más que beberla con la lengua como hacen los perros. Cuando terminé el nuevo dijo que las perritas muestran su agradecimiento lamiendo los cuencos hasta dejarlos relucientes. Se lo pasaron pipa viendo como lamia y lamia con el culo en alto con el palo asomando de mi ojete. Después de cenar toca paseo, me estuvieron llevando de la correa a cuatro patas haciéndome mover el culo y ladrando hasta que el nuevo me llevó de la correa hasta uno de los coches. La perrita tiene que mear, venga levanta la pata. Apoyé la rodilla sobre el borde superior de una rueda, en esa posición tenia los labios vaginales totalmente abiertos. Como los faros delanteros no alcanzaban a iluminar del todo la rueda delantera y hacían sombras, sacaron una linterna de la guantera y enfocaron mi coño para verlo bien. Los tres me decían que querían ver mear a la perra. Hice varios intentos hasta que lo conseguí. Aplaudieron al ver salir el chorro de mi vagina. El nuevo me acarició la cabeza mientras me decía perrita buena y me hacía sacudir el culo. El descarado dijo a los demás que estaba muy sucia, llena de barro. Hay que lavar a la perrita. Me llevaron hasta el centro del círculo de luz de los faros, se sacaron las pollas y empezaron a mearme encima. Tímido por supuesto me meaba por la zona del culo, los demás uno en la espalda y otro en la cabeza. Descarado me mandó ponerme pastas arriba con los muslos bien abiertos. Me mearon en el coño y en las tetas. Cuando acabaron, me mandaron poner de rodillas. Puta quitarte la correa y sácate el palo del culo, estás muy llena de meaos para que te toquemos. Me quité la correa y cuando iba a sacarme el palo, tímido me paro y me dijo que me volviese a poner a cuatro patas. Se encargó él de sacarme el palo del culo, muy despacio y moviéndolo en círculos. Me puse de pie y me alejé de ellos. Tiraron mi vestido al charco, ya puedes vestirte puta y dirigiéndose a mi marido el descarado le dijo ¿has aprendido? Si quieres más, nos la dejas, añadió tímido, que la ponemos a trabajar de prostituta en el putyclub del pueblo, seguro que esta marrana hace pasta enseñando el culo. Por fin se marcharon y nos dejaron solos allí. Yo desnuda y llena de orines, limpié el vestido como pude y me puse la cazadora para bajar al pueblo y estar algo decente por si nos cruzábamos con alguien. Ya era tarde, por lo que pudimos llegar a la habitación de hotel una hora después sin que nadie me viese mojada. Ni que decir tiene que lo primero que hice fue darme una buena ducha.
Vuestra guarra, Bellezdejour.
El siguiente usuario dijo gracias: Para, carla y edu

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